Cumbre entre EE.UU. y Corea del Norte
Apoco más de una semana de que se lleve a cabo la cumbre entre el Presidente de Estados Unidos, Donald Trump, y el líder de Corea del Norte, Kim Jong-un, hay dudas acerca de los resultados de este encuentro. Previamente Trump había cancelado este encuentro, acusando “ira y hostilidad” por parte del régimen coreano, si bien dicha negativa no fue tajante.
Aun cuando hay voces que advierten sobre los riesgos que implica sentarse a negociar con un régimen que no ha claudicado de su programa nuclear, y que en el pasado ha dado tantas muestras de desconocer sus compromisos, la señal de que pueda haber un diálogo directo y al más alto nivel es esperanzadora, porque sugiere que la diplomacia y las negociaciones -aun con dificultades- continúan en pie como herramientas de solución de conflictos.
Naturalmente que es preocupante la errática postura del Presidente Trump en el manejo de las relaciones internacionales, especialmente en un caso de tanta sensibilidad como la península coreana -igual desconcierto ha generado el retiro de EE.UU. del pacto nuclear con Irán.
Sin embargo, y siendo Kim el gran beneficiado de los acuerdos que se puedan lograr en pro de apoyo a la economía norcoreana al levantar las duras sanciones que se le han impuesto, es esencial que la desnuclearización de Corea del Norte sea el elemento central e irrenunciable de esta cumbre, y la condición permanente de cualquier proceso de apoyo social y de mayor integración a la comunidad internacional.