La Tercera

El sueño español

- Por Carlos Correa Bau Ingeniero civil industrial, MBA.

Los aplausos en Chile al modo como cayó el gobierno de Rajoy fueron más efusivos que en otras partes. El PSOE volvía al poder, de la mano de Pedro Sánchez, pero no tras una elección, sino con un pacto con Podemos y los nacionalis­tas. También el mismo Sánchez renacía después de haber caído en una rebelión del ala más centrista del PSOE por negarse a dar el apoyo a que Rajoy asumiera el gobierno y buscar un acuerdo con Podemos. En una extraña relación con nuestra política, las huestes de Pablo Iglesias pidieron que no fuera mencionado el nombre de Ricardo Lagos en las conversaci­ones y discursos para el acuerdo político.

Un líder de izquierda llega al poder sacando de su partido a la corriente cercana a la Tercera Vía, suena como el acorde perfecto para esta zarzuela soñada. Para el mundo flagelante de la Nueva Mayoría es un bálsamo imaginarse las elecciones del 2021 derrotando a la derecha tomados de las manos de los jóvenes idealistas del Frente Amplio. Esa pócima cura el dolor por la derrota y la vergüenza de los últimos días del gobierno anterior, si tiene además el ingredient­e de que esta quimera es sin Ricardo Lagos y sin la Democracia Cristiana.

Un gobierno así puede hacer de verdad las reformas que la segunda administra­ción de Bachelet no pudo hacer bien por la mano negra del concertaci­onismo que no quería avanzar tanto. Parafrasea­ndo al exsegundo piso, sería una verdadera Reforma sin Renuncia.

Por otro lado, para un cierto grupo del Frente Amplio este negocio político no es malo. Purificarí­an a la izquierda chilena sacando el laguismo, y se apropiaría­n de La Moneda sin estar físicament­e allí y, por tanto, sin pagar costos, como lo hizo en su momento Lenin y sus bolcheviqu­es en el primer gobierno provisiona­l después de los zares. Para el diputado que ejerce como el controlado­r principal del FA, es una solución perfecta al problema de no tener en la próxima elección la edad constituci­onal para postularse; y le viene perfecto esperar un gobierno más. Si esa apuesta pierde, podrá decir que siempre tuvo razón y el socialismo tradiciona­l no era el camino, sino el de su partido y coalición; que podrá entonces recoger los restos de la Nueva Mayoría, donde hay más pasión por el FA que por su propia historia.

El problema de dicha apuesta en Chile es quién de la ex Nueva Mayoría podría encabezarl­a. No existe un Pedro Sánchez en el socialismo criollo, por la sencilla razón de que no hubo espacio en el gobierno pasado para que surgiera. La generación de políticos en Chile que nació en los 70, al igual que el ahora presidente español, no ha tenido el valor ni el talento para desplazar a sus antecesore­s. El único intento de algo así lo hizo Enríquez-Ominami, con más pasión que estrategia, pues su excesivo personalis­mo mató la posibilida­d de encabezar un cambio y su carrera política quedó interrumpi­da por sus líos judiciales.

Entonces, hace sentido la apuesta del exsegundo piso de posicionar de nuevo a Bachelet como la figura más destacada de la oposición y quizá pueda ser la candidata de unidad entre flagelante­s y Frente Amplio. Aunque ella ha dicho innumerabl­es veces y en todos los espacios que no desea volver a estar en la boleta, muchos saben que si es el nombre que suena mejor en las encuestas, le costará negarse. Para ello la Fundación que ha creado tendrá la difícil tarea de contar una historia que supere el amargor de los últimos días. Algo se intentó con la leyenda de la traición del exministro de Justicia, pero no resulta suficiente.

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