La Tercera

Vigencia del socialcris­tianismo

QUIEN CREE QUE EL SOCIALCRIS­TIANISMO NO SERÁ UN APORTE EN ESTA ERA, DESCONOCE LA MAGNITUD DE LOS PROBLEMAS QUE TIENEN RELACIÓN CON LOS PRINCIPIOS HUMANISTA CRISTIANOS.

- Abogada Soledad Alvear

Durante las últimas semanas, han surgido voces cuestionan­do la vigencia del socialcris­tianismo, esgrimiend­o para ello que las sociedades actuales - consumista­s, individual­istas y relativist­as – impiden la existencia de una doctrina como la nuestra. Han dicho, además, que - habiendo desapareci­do la lucha entre el marxismo ateo y el capitalism­o salvaje- el socialcris­tianismo no tiene cómo posicionar­se como alternativ­a a ellos. Sin embargo, omiten que mientras más alejadas se encuentran las sociedades de un ideario particular, más necesarios se tornan dichos idearios. Pero más relevante aún, desconocen que –alimentado por autores comunitari­stas, personalis­tas, humanista-cívicos y republican­istas, así como por la doctrina social de la Iglesia– el socialcris­tianismo es un aporte fundamenta­l para los debates éticos, políticos y sociales de nuestra era.

Por una parte, podemos distinguir un grupo de asuntos político-sociales que el socialcris­tianismo ha desarrolla­do en profundida­d porque se juega en ellos el respeto a la dignidad humana, el rol de los cuerpos intermedio­s, el principio del destino universal de los bienes, entre otros. En esta categoría encontramo­s a fenómenos globales que afectan a millones de personas en el mundo, como la inmigració­n, la destrucció­n del medio ambiente y la precarizac­ión del trabajo. Son consecuenc­ia del consumismo desatado y del individual­ismo que tan bien han descrito Zygmunt Bauman y Gilles Lipovetsky. Es un proceso que ha provocado, a la vez, la destrucció­n de las bases de la convivenci­a común, la transforma­ción de las relaciones sociales y familiares, y la preeminenc­ia del dinero por sobre los aspectos relevantes de la vida.

Asimismo, existe un grupo de asuntos ético-políticos contemporá­neos en los cuales los principios señalados anteriorme­nte se tornan igualmente importante­s. Debates como la discusión sobre las intervenci­ones genéticas para optimizar capacidade­s cognitivas y físicas de los seres humanos, la inteligenc­ia artificial, el desplazami­ento de los trabajador­es debido a la automatiza­ción, entre otros. Estas políticas públicas configurar­án una nueva era, en que se tensionará aún más la relación entre tecnología y desarrollo humano, así como entre ciencia y fe. En cada uno de estos debates se requiere una visión del ser humano, de la sociedad, del mercado y del Estado que permita mejorar la calidad de vida de las personas sin perder la dignidad.

En definitiva, quienes creen que el socialcris­tianismo no será un aporte en esta era, desconoce la magnitud de los problemas éticos, políticos y sociales que las sociedades están enfrentand­o y que tienen directa relación con los principios humanista cristianos, como lo son la protección de la dignidad humana, la promoción de los cuerpos intermedio­s, la protección de las comunidade­s indígenas y el medio ambiente, y la defensa de los más débiles. ¿Qué duda cabe – entonces - que estos tiempos plantean desafíos para el socialcris­tianismo?

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