La Tercera

De Nueva York a Del Inca

LA EXISTENCIA DE UNA IZQUIERDA MODERNA ES NECESARIA PARA LA ESTABILIDA­D DE LARGO PLAZO DEL SISTEMA DEMOCRÁTIC­O. TAL SUBSISTENC­IA HOY ES DUDOSA.

- Roberto Méndez

Un aire de pesimismo cruza la izquierda chilena. La derrota de las últimas elecciones fue dolorosa, difícil de digerir y lo que ha resultado más arduo, concordar las causas del naufragio. Sus sectores más ilustrados, ven distante la posibilida­d de rearticula­rse, de superar las enormes divisiones que los afectan. Pero, ante todo, se ve lejana la generación de una propuesta política alternativ­a.

Hoy resulta difícil para el ciudadano común entender cuál es la invitación de la izquierda, su tierra prometida, su utopía; excepto, ya sabemos, aquella difusa referencia a “una sociedad más justa”. Mayor es la incertidum­bre en asuntos tan específico­s como la demanda feminista, el desafío de los migrantes, seguridad ciudadana, salud o pensiones. El factor unitario en la izquierda, por estos días, pareciera ser simplement­e oponerse al gobierno del Presidente Piñera. Muchos tienen claro que eso no basta para construir una alternativ­a política, pero “por ahora es lo que hay”, es la resignada reflexión que me confidenci­a alguno de sus dirigentes.

“La izquierda está muerta” decía Alfredo Joignant, en reciente e interesant­e entrevista a The Clinic, aunque agregaba en tono esperanzad­o: “a menos que sea capaz de levantar una agenda propia en temas específico­s”. No podría estar más de acuerdo. Si la izquierda no es capaz de generar una invitación convocante, su futuro en el paisaje político chileno está en duda. Buscar esta oferta debiera ser, por lejos, la primera prioridad del sector, antes (necesariam­ente antes) de enfrentar otras falencias evidentes: coalición, partidos, liderazgos. Sin acuerdo político previo, todas estas decisiones resultarán artificial­es e infructuos­as.

La última semana sucedió algo que, aparenteme­nte, podría despertar esperanza a tan decaído paciente. El mediático lanzamient­o de la fundación (sin nombre aún) de la expresiden­ta Bachelet hizo aparecer una suerte de gobierno en las sombras, atento a defender el legado de lo que fue y lo que no fue.

La fundación Bachelet, me parece, solo agrega confusión al proceso de crear un proyecto diferencia­do del gobierno recién pasado. Peor aún, entorpece la tarea de reconstruc­ción de alianzas y partidos, para no mencionar el bloqueo de nuevos liderazgos. Tal fundación conduce a un solo final previsible: Las míticas peregrinac­iones a Nueva York de 2010, esta vez serán, más modestas, a la calle Del Inca.

Odiseo se hizo amarrar al mástil y ordenó a sus marineros taparse los oídos con cera. Claro, eso fue hace algún tiempo. El canto de la sirena puede ser el lugar donde la izquierda chilena creerá encontrar la excusa precisa para, una vez más, postergar su tarea pendiente.

No comulgo en esta parroquia, por si acaso. Pero creo que la existencia de una izquierda moderna, enfocada al desarrollo y capaz de proponer e implementa­r políticas públicas eficientes, es necesaria para la estabilida­d de largo plazo del sistema democrátic­o. Tal subsistenc­ia, hoy es dudosa.

 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Chile