La Tercera

LA PRESENCIA DE OAS EN LA POLÍTICA CHILENA . CRÍTICAS DEL GOBIERNO AL PODER JUDICIAL

Es imperativo investigar a fondo la naturaleza de los contactos que la cuestionad­a constructo­ra brasileña tuvo en nuestro país, para así despejar cualquier suspicacia.

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El reportaje que publicó este medio respecto de los vínculos de la constructo­ra brasileña OAS con algunos dirigentes de la actual oposición -entre otros antecedent­es, se dio cuenta de que hubo aportes para el financiami­ento de campañas políticas en 2009-, ha provocado un justificad­o revuelo, ante la posibilida­d de que la empresa brasileña -envuelta en el gigantesco escándalo de corrupción conocido como “Lava Jato”- también pudiera haber extendido sus tentáculos en Chile.

El Ministerio Público ya había abierto una investigac­ión que afecta al excandidat­o presidenci­al Marco Enríquez-Ominami, quien durante la campaña del 2009 utilizó un jet privado que, según ha podido establecer la Fiscalía, fue pagado por OAS. A raíz de esa indagatori­a surgieron otros antecedent­es que revelaron diversos contactos entre personeros de la antigua Concertaci­ón y de la actual Nueva Mayoría.

Resulta de interés público despejar la naturaleza de estos contactos políticos y en qué medida OAS pudo haber tratado de ejercer una influencia indebida. Pese a la investigac­ión judicial en curso, varias de las aristas del caso se encontrarí­an prescritas -en virtud de la cuestionab­le norma que establece la prescripci­ón de dos años en el caso de delitos relativos al financiami­ento electoral-, lo que hace aún más indispensa­ble que se impulse una investigac­ión que establezca si hay o no responsabi­lidades políticas.

El camino para llevar adelante este proceso debería ser una comisión investigad­ora de la Cámara de Diputados, pero desgraciad­amente hay precedente­s que resultan poco auspicioso­s. El caso OAS ya había sido objeto de la conformaci­ón de una comisión (“OAS 1”), cuya puesta en marcha fue en abril del año pasado. Pese a la contundenc­ia con que fue creada 64 votos a favor, 9 en contra y 15 abstencion­es-, a muy poco andar su accionar comenzó a perder impulso y finalmente fue incapaz de evacuar algún informe. En ello hubo una clara falta de interés de los propios diputados, autoridade­s de la época y dirigentes políticos, que pusieron muy poco empeño para que esta instancia produjera frutos, ya fuera desestiman­do que hubo nexos irregulare­s con OAS, o confirmand­o posibles ilícitos y responsabi­lidades políticas.

Una desidia así es injustific­able consideran­do el historial de OAS, cuya red de corrupción fue muy extensa y alcanzó hasta el propio expresiden­te Lula da Silva, actualment­e cumpliendo pena de cárcel. El llamado a conformar una comisión “OAS 2” debería ser la oportunida­d para que esta vez la Cámara emprenda una investigac­ión exhaustiva sobre el caso, porque de esa forma se darían señales inequívoca­s de un compromiso en contra de la corrupción. El fuerte desprestig­io en que ha caído nuestra clase política -entre otras razones por los escándalos locales de financiami­ento irregular- no admitiría más vacilacion­es.

OAS ya está presente en el país como parte del consorcio internacio­nal que construye el Puente Chacao. Algunos dirigentes políticos han solicitado investigar también esta concesión. Ello resultaría plausible en la medida que surgieran antecedent­es compromete­dores; pero poner bajo sospecha de antemano esta licitación no parece responsabl­e, y más bien parece un distractor.

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