Nunca quedas mal con nadie
PESE A QUE EL GOBIERNO ESTÁ ADMINISTRANDO BIEN, COMIENZA A INSTALARSE LA PERCEPCIÓN DE QUE NO HAY UNA VOLUNTAD CLARA QUE FIJE UN RUMBO.
Esta semana supimos que había caído la aprobación del gobierno y que también aumentó su rechazo. Y aunque se trata de una variación que apenas supera el margen de error, muchos podrían extrañarse; ya que, en los días previos a esta medición, no hubo ningún particular acontecimiento que explicara este cambio de tendencia. Por el contrario, y especialmente después de la cuenta presidencial, ¿qué fue lo que el gobierno hizo mal esta semana? Nada. Pero la pregunta, al menos así planteada, poco ayuda para iluminar lo que podría estar ocurriendo. Mi particular hipótesis, preliminar por cierto, es que la respuesta sería idéntica aunque cambiáramos la interrogante por ¿qué está haciendo el gobierno?
Me explico. Pese a que este gobierno está administrando bien, comienza a instalarse la percepción de que no hay una voluntad clara que fije un rumbo, transitando unos caminos y consecuentemente desechando otros. De esa manera, lo que siempre ha sido una virtud en todo gobernante, como es ser depositario de un sentido práctico que se ilumina por las condiciones de posibilidad que ofrece el escenario político, pudiera transformarse en un grave defecto cuando aquello -que es un instrumento- termina transformándose en un fin en sí mismo. Piñera confunde táctica con estrategia y de esa manera termina vaciando de sentido y contenido el valor de su gestión y el triunfo de la derecha.
Es esa misma derecha la que ya vivió este tránsito y sus consecuencias en el gobierno anterior de Piñera, el que pese a encabezar una administración correcta, terminó por dilapidar el valor político de su sector, sumiéndolo en una crisis y posterior estrepitosa derrota. Al igual que antes, el Presidente de la República pareciera no comprender a cabalidad esta cuestión, sujetándose a la única guía que mide sus acciones y decisiones, que no es otra que las encuestas. De esa forma, y creyendo que se granjea más adeptos y simpatizantes, retrocede respecto de las pocas ideas, promesas y decisiones que constituyen el modesto acervo de la derecha; sea en los temas mal llamados valóricos, como también en lo económico y social. De hecho, del mismo modo que la voluntad sin sentido práctico, lleva al voluntarismo y la ceguera, también el sentido práctico, sin una clara voluntad y convicción, termina en una política aséptica y vacía.
Y si además anotamos la altísima posibilidad de que Piñera no vuelva a ser candidato, se hacen todavía más incomprensibles las vacilaciones y ambigüedades en torno al único legado al que debería aspirar este gobierno: consolidar en la derecha un proyecto político propio que, junto con darle identidad y orgullo, les permita seguir siendo electoralmente exitosos en el futuro.