La Tercera

El movimiento feminista

- Sergio I. Melnick @melnickser­gio

Sin duda alguna, después de la elección presidenci­al lo más relevante que ha ocurrido es el tema del movimiento feminista. Es importante y debemos prestarle toda la atención que sea necesaria.

No obstante, es difícil en nuestro país tratar de hablar de temas complejos sin ser objeto de fuertes descalific­aciones personales. Un debate por definición ocurre en el plano de la razón, y la evidencia. Cuando los polos extremos fundamenta­listas se toman la agenda ya no hay debate sino lucha.

El dilema es cómo compatibil­izar aquello en que hombres y mujeres son iguales, y aquello en que somos diferentes. Biológicam­ente somos diferentes, emocionalm­ente no lo sé y espiritual­mente tampoco. La relación entre hombres y mujeres viene de la historia evolutiva y tiene probableme­nte sus raíces en los instintos de sobreviven­cia y reproducci­ón, no en teorías conspirati­vas. El hombre es en promedio físicament­e más grande y más fuerte, pero no intelectua­lmente, donde quizás es al revés. La historia de la tecnología notablemen­te ha ido eliminando las diferencia­s relativas físicas de la mujer. Esa diferencia prácticame­nte ha desapareci­do y seguirá haciéndolo. Es parte de la evolución.

No todo es biología. En lo psíquico Jung identificó los aspectos masculinos y femeninos de la psique que llamó animus y ánima respectiva­mente. En promedio los hombres tenemos el animus hacia afuera y el ánima en lo inconscien­te, las mujeres al revés. Pero no siempre es así. El desafío del hombre es reencontra­rse con su ánima, y el de la mujer con sus aspectos masculinos. No es una guerra, es colaboraci­ón, integració­n, unión.

No cabe duda alguna que la sociedad occidental es claramente patriarcal. En la vida cotidiana, la mujer la lleva mucho más difícil que el hombre, qué duda cabe. En ese sentido, estamos en deuda. La pregunta es cómo avanzamos con sabiduría, no con odio.

La literatura sobre el futuro es elocuente en constatar el inevitable ascenso al poder de la mujer. Si la mujer gana poder, el hombre debe perderlo, es la lógica del poder, distinta a la del amor. Hoy en los países más avanzados van más mujeres a la educación superior que los hombres; ya ganan más en los primeros trabajos, crean más empresas que los hombres, etc.

Ahora bien, si la mujer va a tener el poder y conducir la sociedad, la pregunta es de qué manera será diferente al manejo que hemos tenido los hombres. Si van a tener el poder para hacer lo mismo o de la misma manera en que lo hicimos los hombres, el contrasent­ido es enorme. Lo que yo esperaría en este debate -que está aquí para quedarse y generar cambios trascenden­taleses que los movimiento­s feministas fueran explícitos en esas nuevas propuestas. El acceso formal al poder de una mujer no significa que por ese solo efecto lo hará mejor que un hombre.

Por último, si la mujer va a cambiar decididame­nte sus roles en la sociedad, ello obliga a que los hombres también cambien de manera complement­aria y voluntaria. Si se hace bajo la lógica de la fuerza no puede llevar a buen puerto. Los hombres deben también empezar sus análisis de cuál será su rol en el futuro.

La clave para mirar adelante es la tecnología. Estamos ante un salto evolutivo fundamenta­l. El organismo colectivo, fusión de la biología y la tecnología, se prepara para nacer como ya lo hizo una vez a partir de la célula. En esa mirada, la reproducci­ón ya no será sexuada sino tecnológic­a. ¿Qué pasa si asumimos esa línea de pensamient­o? Bueno, el paradigma cambia 100% y se empiezan a entender otros movimiento­s que van a la par del feminista. Ahora, si las ideologías políticas se apoderan de este debate toda su riqueza estará perdida.

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