La Tercera

La familia ideal

- Por Sylvia Eyzaguirre

Cada vez que el gobierno da dos pasos hacia adelante con sus iniciativa­s, retrocede uno por tropiezos que son fácilmente evitables y que son sumamente irritables. Hace algunas semanas, el Ejecutivo comunicó una agenda potente en materia de género. El Presidente Piñera fue enfático en reconocer que como sociedad debemos avanzar hacia una sociedad más justa, donde las oportunida­des para hombres y mujeres estén igualmente repartidas, así como también las responsabi­lidades parentales y domésticas, entre muchas otras. Sin embargo, esta semana se ingresaron indicacion­es al proyecto de ley sobre adopción que revelan una comprensió­n conservado­ra sobre la paternidad, suponiendo la existencia de roles exclusivos para madres y padres.

El proyecto de ley establece como una de las condicione­s que debe poseer una persona o pareja para la adopción de un niño que el ambiente familiar de parejas debe permitir el adecuado ejercicio del rol de padre y madre. Los roles son en gran parte una construcci­ón cultural, que se heredan y modifican con el transcurso del tiempo. De ahí que la pregunta de fondo sea qué entiende el gobierno por el rol adecuado de la madre y del padre. ¿Me pregunto si la mayoría de las familias que conozco, donde el rol de la madre implica el 90% del trabajo doméstico y del cuidado de los niños cumple con esta condición? ¿O se está pensando en un rol de la madre distinto, donde las tareas y funciones se encuentran repartidas equitativa­mente? Aparte del embarazo, parir y dar pecho, no conozco otra tarea o tipo de relación exclusiva de la madre. Es importante no confundir el rol materno con la figura materna. Un padre, por ejemplo, podría asumir el “rol” de la madre, pero difícilmen­te podrá sustituir la figura materna.

En esencia, esta indicación no discrimina necesariam­ente a las parejas homosexual­es, pues muchas veces las parejas del mismo sexo repiten las divisiones de roles históricas de las parejas heterosexu­ales. Más bien revela una falta de comprensió­n del movimiento feminista y su lucha contra los estereotip­os que someten a las mujeres a determinad­os roles, que, sin duda, para muchos todavía son claves para constituir la familia ideal.

A pesar de esto, es importante recalcar el gran avance en materia de adopción que implica este proyecto de ley. Las indicacion­es presentada­s por el Ejecutivo mejoran la actual legislació­n, agilizando el proceso de adopción para que los niños pasen el menor tiempo posible en los hogares o familias de acogida y poniendo el interés superior del niño como principal y única prioridad.

Con todo, hay dos aspectos que ameritan discusión: las limitacion­es a los guardadore­s para adoptar y los límites de edad. Si bien hay un avance en abrir la adopción a los guardadore­s, las limitacion­es que se establecen para ellos son discutible­s. ¿Por qué los guardadore­s tienen prohibició­n de adoptar al niño que están cuidando, si durante un año le han dado amor y bienestar, y cumplen con las condicione­s necesarias? Pensando únicamente en el bienestar del niño, ¿no sería mejor para él quedarse en ese hogar que ser trasladado a una nueva familia? Tampoco son evidentes las razones para excluir a parejas o personas que tengan más de 45 años de diferencia con los niños susceptibl­es de adopción. Cada día es más frecuente mujeres sobre 40 años embarazada­s. ¿Por qué excluirlas como posibles madres adoptivas?

Ojalá nuestros parlamenta­rios puedan llegar rápidament­e a acuerdo respecto de las condicione­s necesarias que deben cumplir las personas o parejas susceptibl­es de adopción, sin entrampars­e en el concepto de familia ideal, donde probableme­nte jamás lleguemos a acuerdo.

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