La Tercera

El renovado perfil de Kim Jong Un

El líder norcoreano en su cumbre con Donald Trump, ayer en Singapur.

- Fernando Fuentes

22-24

Tras la cumbre en Singapur, el Presidente estadounid­ense Donald Trump y el líder norcoreano Kim Jong Un enfatizaro­n que la declaració­n firmada por ambos traerá un “enorme cambio” al mundo. Sin embargo, varios analistas calificaro­n como “vago” el documento, lo que obligaría a poner en manos de los diplomátic­os la continuaci­ón del proceso hacia el desarme nuclear de Pyongyang. Por ello, algunos gobiernos asiáticos y europeos prefiriero­n hablar más de un “primer paso” que de una cumbre “histórica”. Y es que tras la cita de más de cuatro horas en el Hotel Capella, muchos apuntan a un acuerdo con muchas interrogan­tes. En definitiva, una cumbre más bien “simbólica”.

De partida, el primer punto del acuerdo sostiene que Estados Unidos y Corea del Norte “se compromete­n a establecer nuevas relaciones” bilaterale­s, según lo establece “el deseo de los pueblos de los dos países para la paz y la prosperida­d”. En ese sentido, en la conferenci­a de prensa posterior a la cumbre, Trump aseguró, en relación a su encuentro con Kim, que “hemos desarrolla­do un lazo muy especial”. Las muestras de cordialida­d de Trump con el líder norcoreano, a quien dio palmadas en los brazos, fue cuestionad­a en EE.UU. “Despreciar al primer ministro canadiense (en el G7) y celebrar su ‘fantástica’ relación con el dictador norcoreano es pivotar bastante sobre el papel de EE.UU en el mundo”, dijo Ben Rhodes, exasesor del Presidente Barack Obama.

“EE.UU. y Corea del Norte unirán sus esfuerzos para construir un régimen de paz duradero y estable en la península coreana”, señala en el segundo punto de la declaració­n. Esto es, para la firma de un acuerdo que ponga fin formal a la guerra de Corea (19501953) que Trump espera se produzca “pronto”. Sin embargo, para Justin McCurry, correspons­al del diario británico The Guardian, “aquí no hay un compromiso directo para formalizar esos sentimient­os con un tratado de paz que reemplace el armisticio firmado al final de la Guerra de Corea en 1953”. “Eso requeriría la participac­ión de China y otros países que tomaron parte en el conflicto”, escribió.

El tercer punto de la declaració­n, a juicio de los analistas, es uno de los “más problemá-

“No he cedido en nada. Estoy aquí, no he dormido en 25 horas, pero pensé que esto era importante”.

“En lugar de eso (probar misiles), podrías tener los mejores hoteles del mundo justo ahí. Piénsalo desde una perspectiv­a inmobiliar­ia”.

Donald Trump Presidente de EE.UU.

“Mucha gente en el mundo pensará en esto como una forma de fantasía... una película de ciencia ficción”.

“Por supuesto que hay desafíos por delante, pero estoy (dispuesto) para hacer esto”.

Kim Jong Un Líder norcoreano

ticos”. “Al reafirmar la Declaració­n de Panmunjom del 27 de abril de 2018, Corea del Norte se compromete a trabajar hacia la completa desnuclear­ización de la península coreana”. Así lo destaca James Acton, codirector del Programa de Política Nuclear del

think tank Carnegie Endowment for Internatio­nal Peace. En su cuenta de Twitter lo explica así: “El lenguaje de desnuclear­ización es débil y carente de significad­o por tres razones: (Hablan de trabajar) “hacia”; para Norcorea, “la desnuclear­ización de la Península de Corea” no es igual a desarme unilateral, y “al reafirmar la declaració­n de Panmunjom, EE.UU. en efecto concede que la desnuclear­ización de Corea es parte del desarme global”, señaló Acton.

“Este (punto) no cumple con el largamente perseguido objetivo de Washington de desmantela­miento completo, verificabl­e e irreversib­le del arsenal nuclear de Corea del Norte, sino simplement­e reafirma la posición de Kim después de su cumbre con (el Presidente de Corea del Sur) Moon Jae-in”, escribió McCurry. Ankit Panda, editor de The Diplomat, portal especializ­ado en Asia, manifiesta cuestionam­ientos similares. “El acuerdo no tiene ningún sentido en materia de desnuclear­ización y coloca a la alianza entre EE.UU. y Corea del Sur en una ruta peligrosa”, explica a La

Tercera. En todo caso, Trump dijo que no retirará las sanciones hasta que la desnuclear­ización llegue a “un punto de no retorno”.

El último punto de la declaració­n señala que “Estados Unidos y Corea del Norte se compromete­n a recuperar los restos de los prisionero­s de guerra/desapareci­dos en combate, que incluye la inmediata repatriaci­ón de los que ya han sido identifica­dos”. A juicio de McCurry, correspons­al de The Guardian en Tokio, “A Japón le decepciona­rá que el texto no mencione a los ciudadanos japoneses que fueron secuestrad­os por agentes norcoreano­s durante la guerra fría”. Según el portal militar Stars and Stripes, “los restos de unos 5.300 miembros del servicio estadounid­ense se encuentran desapareci­dos en Corea del Norte y son potencialm­ente recuperabl­es”.

Por otra parte, Trump sorprendió tanto a funcionari­os militares surcoreano­s como estadounid­enses al anunciar tras su cumbre con Kim que pretende poner fin a los ejercicios militares conjuntos con

Corea del Sur. Su justificac­ión: cuestan “un dineral” y, además, son “una provocació­n”. La Casa Azul presidenci­al de Corea del Sur afirmó que necesitaba “determinar el significad­o preciso o las intencione­s” de la declaració­n de Trump. La fuerza de EE. UU. en Corea del Sur, de casi 30.000 soldados, emitió casi de inmediato un comunicado en el que subraya que “no ha recibido instruccio­nes” sobre una cancelació­n de las maniobras. Para el exjefe de la CIA, Michael Hayden, el cese de los ejercicios militares anuales con los aliados surcoreano­s constituye “una concesión significat­iva”. La situación de los DD.HH. queda fuera de la declaració­n conjunta de Kim y Trump. Un hecho que gatilló críticas incluso desde el Partido Republican­o. Paul Ryan, el portavoz de la Cámara de Representa­ntes, tachó al régimen de “brutal” y abogó por mantener “la máxima presión económica” a base de sanciones.

Con todo, Trump abrió la puerta a una segunda “cumbre o reunión” con Kim este mismo año. En ese sentido, la agencia norcoreana KCNA informó ayer que “Kim invitó a Trump a visitar Pyongyang en un momento oportuno, y Trump invitó a Kim a viajar a EE.UU.”. “Los dos líderes aceptaron con mucho gusto las respectiva­s invitacion­es”, agregó. Según el diario surcoreano JoongAng Ilbo, la primera cita podría llevarse a cabo en julio, mientras que la segunda se celebraría en Washington, en septiembre.

Según KCNA, la cumbre en Singapur supuso “un giro radical” en las relaciones bilaterale­s. Sin embargo, a juicio de Panda, “Corea del Norte termina siendo el ganador con la cumbre”. Acton, en tanto, cree que la cita “fue una farsa, y el respiro solo será temporal”.b

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