La Tercera

Vuelco español

EL PSOE ENCONTRÓ UNA INSOSPECHA­DA OPORTUNIDA­D DE VOLVER A GOBERNAR Y REVALIDARS­E. CON TODAS SUS PRECARIEDA­DES SE ABRE UN EXPECTANTE AÑO PARA LA IZQUIERDA ESPAÑOLA.

- Ernesto Águila Analista político

Que la fortuna gobierna una parte importante de la actividad política (la mitad, diría Maquiavelo) se podría ejemplific­ar con lo sucedido en España con la caída de Rajoy y el ascenso del socialista Sánchez como nuevo primer ministro. Diez días antes de su caída, Rajoy celebraba la aprobación de los presupuest­os gracias a los votos del nacionalis­mo vasco (PNUV) y se aprestaba a gobernar por otros dos años. No contaba con que un fallo por casos de corrupción (caso Gürtel) creara la coyuntura para que una audaz moción de censura, lanzada por el presidente del PSOE, encontrara un terreno fértil en Podemos y en toda esa compleja geografía nacionalis­ta y/o independis­ta catalana y vasca, quienes sacaron cuentas y concluyero­n que estarían mejor con Sánchez que con Rajoy, o que era imposible estar peor que con Rajoy.

De esta forma el PSOE gobierna nuevamente España con solo 85 de 350 diputados y lejos de los 180 que votaron la moción de censura. ¿Es viable un gobierno con este nivel de apoyo? En apariencia no, pero el sistema parlamenta­rio español requiere que una moción de censura signifique de manera automática una mayoría para un nuevo líder -moción de censura constructi­va- por lo que no solo se necesita tener los votos en contra de alguien sino, en el mismo acto, tenerlos a favor de otro y no se ve fácil una mayoría ni un líder alternativ­o a mediano plazo.

Sánchez tenía poco o ningún margen para equivocars­e. Su primera prueba era el nombramien­to de su gabinete y acertó. Si antes el cambio de la realidad debía simbolizar­se, pareciera que hoy los símbolos pueden dibujar la realidad: once mujeres de un gabinete de diecisiete ocupando los cargos principale­s, como poderosa señal al movimiento feminista que se expresó en España el pasado 11 de marzo; un par de jueces como señal de probidad y seguridad; un ministro de Relaciones Exteriores europeísta, catalán pero contrario al independen­tismo de Cataluña; algunos guiños federalist­as, medioambie­ntales y territoria­les. Y como corolario: un astronauta.

Sánchez ha logrado, hábilmente, abrir un margen para gobernar, pero no le será fácil. Podemos presionará desde la izquierda por más profundida­d en las reformas sociales; el PP denunciará como traición cualquier concesión para encauzar el tema catalán; Ciudadanos blindará el centro político y acusará al PSOE de izquierdiz­arse; la mayoría nacionalis­ta e independen­tista catalana con seguridad se decepciona­rá muy rápido de lo que pueda ofrecerle Sánchez.

Segurament­e de aquí a un año habrá nuevas elecciones en España. El PSOE ha encontrado una insospecha­da oportunida­d para volver a gobernar y revalidars­e, pero el futuro de un proyecto progresist­a en España requiere de un entendimie­nto entre socialista­s y Podemos. Es una cuestión aritmética, no solo de gusto. Con todas sus precarieda­des se abre un impensado y expectante año para la izquierda española.

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