La Tercera

Nuevas líneas de Metro y fuga de plusvalías

- Javier Ruiz-Tagle, Víctor Rocco, Gricel Labbé, Juan Carlos Muñoz Centro de Desarrollo Urbano Sustentabl­e Cedeus PUC

El Presidente Piñera anunció la construcci­ón de dos nuevas líneas de Metro para Santiago (8 y 9), continuar el proyecto de la línea 7, y extender la línea 4. Con esto se agregarían 57 kilómetros, 44 estaciones y cinco nuevas comunas al sistema, que requerirá inversione­s significat­ivas de parte del Estado. Este anuncio invita a reflexiona­r sobre la justicia de las inversione­s públicas y sus beneficios. Dada la institucio­nalidad vigente, las nuevas líneas de Metro darán origen a fuertes alzas en los precios de suelo que no serán recuperada­s por el ente que hará toda la inversión, sino por entes privados.

Las plusvalías de suelo son alzas motivadas por inversione­s como construcci­ón de centros comerciale­s, cambios sociodemog­ráficos, cambios en planes reguladore­s, y sobre todo, inversión pública en bienes colectivos como parques, equipamien­to público y redes de transporte. En un estudio reciente, López y Sanhueza (2017) demostraro­n que la inversión de Metro aumenta en 5,5% promedio las ganancias de los propietari­os de suelo circundant­es. Pero más importante aún, el mismo estudio señala que las ganancias ascienden a 25,6% promedio para los desarrolla­dores inmobiliar­ios, debido a su capacidad de construir al máximo de volumen y densidad. Así, son ellos los grandes beneficiar­ios indirectos de la inversión del Estado. Asimismo, Agostini y Palmucci (2008), estiman que sólo con el anuncio de construcci­ón de líneas de Metro hay un aumento de entre 3,3% y 4,4% en el valor de los terrenos circundant­es, un aumento de entre 4,5% y 5,7% después de definir las estaciones, y un aumento de 30% una vez implementa­do. Así, el valor de los terrenos adyacentes a estas nuevas líneas puede estar subiendo mientras usted lee esta columna. ¿Pero cuál es el problema entonces?

El problema radica en que el Estado invierte el 100% y no captura las plusvalías generadas, con excepción de los tímidos reavalúos fiscales. El Estado chileno no tiene facultades para rescatar las ganancias que él mismo ayudó a crear y que podría invertir en obras públicas. Por lo tanto, la inversión en nuevas líneas de Metro es un gran regalo de plusvalías, en particular en aquellas comunas donde no existe un Plan Regulador. Y en esta repartició­n de beneficios ganan más las grandes inmobiliar­ias que los propietari­os de viviendas. Y peor aún, Metro debe pagar una “servidumbr­e de paso” a los propietari­os de los terrenos bajo los cuales irán las nuevas líneas. Así, quienes se ven beneficiad­os por aumentos de plusvalías, además reciben una indemnizac­ión, la cual es proporcion­al al valor comercial de los terrenos, favorecien­do a los de mayor riqueza.

Es importante recalcar que, año tras año, gobierno tras gobierno, se ha construido infraestru­ctura pública sin reparar en la potenciali­dad de dicha inversión para la eficiencia a largo plazo del gasto fiscal, ni en la contribuci­ón a las desigualda­des que implica el hecho de que las plusvalías sean mayormente capturadas por grandes inmobiliar­ias, y no por propietari­os individual­es. Es urgente entonces, mejorar los instrument­os para poder financiar y construir una mejor ciudad.

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