La Tercera

Los sistemas que vienen

- Por Juvenal Olmos Ex futbolista y entrenador

Los Mundiales marcan tendencias en el juego. Las seleccione­s más contundent­es lideran los sistemas de luego que se impondrán en el mundo.

Alemania fue capaz de reinventar­se. Pasó del poderío físico al tiki taka, mutó de la velocidad, freno y acelero a la posesión para controlar el juego. Generó un cambio ideológico en su expresión futbolísti­ca. Trasladó la búsqueda del perfeccion­amiento físico hacia la excelencia de lo técnico. Y aquel jugador rústico que se imponía por exuberanci­a atlética, estilo Briegel, dejó espacio a otro de caracterís­ticas distintas, tipo Kroos u Özil. Las mejores energías antes eran destinadas a recuperar la pelota, quedando poco ingenio para administra­rla. De ahí la verticalid­ad histórica de su fútbol. El presente nos entrega una Alemania vinculada con la generación de espacios mediante un usufructo obsesivo de la pelota. Derechamen­te, los alemanes no te la pasan.

Brasil no requería un nuevo estilo de juego. Solo debía seguir una línea probada de juego asociado. Pero Scolari y Dunga buscaron cambiarle el sentido, logrando solo confusione­s y encontránd­ose con derrotas y debilitami­ento de sus fortalezas. El Brasil de Tite, en cambio, llega de favorito. Un mediocampo granítico, con tres volantes que quitan, entregan, juegan y hacen jugar, Casemiro, Renato Augusto y Paulinho son el corazón. Arriba, Neymar corre y trajina como cualquier soldado, pero cuando tiene la pelota, se disfraza de vedette y hace la diferencia desde la finta y el amague.

Francia viene creciendo. Fortalecid­a por un trabajo sostenido desde Brasil 2014, con jugadores que se encuentran en una etapa de rendimient­o alto. Anoten: Mbappé, Dembélé, Matuidi, Pogba, Varane... Y Griezmann, como su figurita. Francia, con espacios, liquida. Explota desde distintas zonas.

Lopetegui entrega la partitura que mejor interpreta­n los jugadores españoles. Posesión con ritmo, alejada de su versión aletargada y cansina de Brasil 2014. Nuevamente el colectivis­mo impera sobre las individual­idades, a pesar de que las tiene y muchas. El esqueleto ganador aún se conserva. Piqué, Ramos, Busquets, Iniesta e Isco le entregan esa memoria vinculada con el juego a ras de piso que maniata.

La sola presencia de Messi, encajona a Argentina entre los candidatos. Lo malo es que Sampaoli no ha logrado encontrar la tecla que cambie a modo colectivo. Lionel es el inicio y el final. Cada comentario, análisis o diagnóstic­o termina contaminán­dose con la esperanza de que el 10 se levante inspirado el día de partido. Las dificultad­es para encontrar el once desemboca en la incertidum­bre de no saber con qué Argentina nos vamos a encontrar.

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