La Tercera

Desafíos en educación

- ABIERTO Sergio I. Melnick

Semanas y semanas de tomas y paros en la educación, sin fundamento­s relevantes, son quizá un síntoma que debemos atender con mayor profundida­d. El decano de derecho ya no soportó más y simplement­e se fue. Desde hace un tiempo ya, que Derecho en la Chile, que fue otrora la mejor, hoy simplement­e ya no lo es. Lo mismo ha ocurrido en economía, medicina, periodismo, odontologí­a, y tantas otras facultades. Universida­des privadas tradiciona­les como la Católica, Santa María, Austral, Concepción y también otras más nuevas como Los Andes, Adolfo Ibáñez, Del Desarrollo, Diego Por- tales y otras se empinan sistemátic­amente a la cúspide de las más deseadas. La U. de Chile sigue tratando de manipular a través del Cruch, entidad absolutame­nte obsoleta y poco representa­tiva, para tratar de deteriorar por secretaría a las universida­des privadas. Basta escuchar el discurso de Vivaldi y Zolezzi por sólo mencionar a dos.

Los rectores en general hacen la vista gorda a las tomas y paros, y no falta el caso del que hasta agradece a los alumnos cuando les devuelven las instalacio­nes. Jamás habrá sanción académica alguna a pesar de que miles de estudiante­s quedaron sin estudiar, no se hicieron clases, no se tomaron las pruebas, etc. Muchos de los liceos públicos son el semillero politizado y también se toman y destruyen sus propias aulas. Todas las tomas son medidas de fuerza, no son ideas.

En la academia la fuerza no tiene mérito de argumento. Las ideas no se validan por votos o popularida­d, sino por el análisis riguroso de los pares. Los alumnos no son pares de los profesores, pero ellos creen que sí. Los profesores tampoco se hacen respetar y una buena parte de éstos, absolutame­nte ideologiza­dos, instrument­aliza sus objetivos políticos a través de los estudiante­s. En el Instituto Nacional, por ejemplo, ahora los alumnos quieren elegir al rector. Estos no son siquiera jóvenes, son aún niños. Es la ideología de mala factura que abusa de la mezcla natural del entusiasmo y la ignorancia propia de los jóvenes.

La educación en el siglo 21 tiene muchos desafíos cruciales. El primero es claramente la diversidad. El segundo es la llegada de la inteligenc­ia artificial que alterará radicalmen­te a la educación y a la sociedad. El tercero es el llamado cuarto paradigma de la ciencia, que importa una nueva lógica para validar verdades. El cuarto es el mundo digital y el lenguaje post simbólico, donde anidan cosas buenas y otras malas, por ejemplo la posverdad. El quinto desafío es entender que la educación supera con creces la institució­n de los colegios y universida­des.

La verdadera sala de clases de este siglo no es un lugar de cuatro paredes, sino el complejo sistema comunicaci­onal moderno y las múltiples capacidade­s de interacció­n global. La sociedad se ha transforma­do en un sistema de educación basado en la reciprocid­ad dinámica, lo que no tiene precedente. Por ejemplo, en muchos aspectos de la realidad actual, los niños saben más que los padres lo que es simplement­e especial. La educación superior debe hacer un cambio radical del sistema de títulos y grados para poder hacer la necesaria diferencia entre educación y entrenamie­nto. Con ello se puede cambiar la nefasta PSU que ha transforma­do a los colegios en máquinas de entrenamie­nto para pasar esa prueba y en consecuenc­ia han dejado de educar.

Es tiempo de empezar a hablar sobre qué es realmente la calidad de la educación en el siglo 21, tema que Bachelet nunca entendió y que este gobierno tampoco ha querido plantear. Es tiempo de dejar de mirar el futuro por el retrovisor.

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