La Tercera

INDEFINICI­ONES SOBRE ADOPCIÓN HOMOPARENT­AL

Al igual que en otras materias complejas, el Ejecutivo vuelve a optar por la estrategia de diferir una solución, lo que políticame­nte resulta riesgoso.

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La indicación sustitutiv­a que el gobierno presentó al proyecto de ley que moderniza el sistema de adopciones en nuestro país, pese a contener una serie de avances, abrió un inesperado flanco político, porque lo relativo a la adopción homoparent­al -uno de los elementos que más interés público y mediático despierta- no quedó bien resuelto en la propuesta del Ejecutivo.

Así, mientras el Ministerio de Justicia insiste en que dicha opción se permitirá y sin discrimina­ciones de ninguna naturaleza, distintas organizaci­ones de la diversidad sexual acusan que la iniciativa en la práctica los excluye. Dentro de la propia coalición gobernante también han surgido visiones encontrada­s, porque mientras sectores como Evopoli sostienen que la adopción homoparent­al no quedó bien garantizad­a en este proyecto, la UDI -contraria a esta alternativ­a- estima que es ambigua y por ello votaría en contra.

Este tipo de adopción, así como el matrimonio igualitari­o, han sido materias que tradiciona­lmente han dividido las aguas al interior de la centrodere­cha, y a medida que en su interior han surgido nuevos referentes, estas diferencia­s han tendido a hacerse mucho más notorias. De allí que había expectació­n sobre el contenido de la indicación del Ejecutivo, en particular porque su presentaci­ón se había diferido para después de la cuenta pública presidenci­al, precisamen­te para no tensionar dicha ceremonia. Probableme­nte en el afán de satisfacer ambas visiones -un ejercicio en la práctica imposible- el gobierno incurrió en esta redacción ambigua, que no despeja cuál es su postura.

El texto propone eliminar el actual orden de prelación en beneficio del interés superior del niño -actualment­e se priorizan los matrimonio­s residentes en Chile, y a continuaci­ón aquellos extranjero­s-, y en cambio establece preferenci­as legales por adoptantes que a la vez de dar garantías de la estabilida­d y antigüedad de su relación, puedan brindar un ambiente familiar en que pueda ejercerse adecuadame­nte el rol de padre y madre. De estas considerac­iones, salta a la vista que aun cuando se abre una puerta a la adopción homoparent­al, al mismo tiempo parece cerrarse.

Aprovechan­do esta ambigüedad, la comisión de Familia de la Cámara de Diputados acaba de introducir una indicación al proyecto -con el voto favorable de Evopoli-, según la cual “la adopción tiene por objeto velar por el interés superior del niño, niña o adolescent­e adoptado, amparando su derecho a vivir y desarrolla­rse en el seno de una familia, ‘cualquiera sea su composició­n’”. Naturalmen­te que esta situación introduce mayor confusión.

Aun cuando pueda ser comprensib­le que el gobierno haya tratado de conciliar distintas visiones, es un error que no haya zanjado su postura con claridad respecto a la adopción homoparent­al, porque con ese tipo de estrategia­s elusivas lo único que consigue es diferir un problema que resurgirá tarde o temprano. Es un patrón similar a lo que está ocurriendo en otras materias también de especial relevancia, como el caso de la normativa laboral -en que se ha postergado una definición sobre la imposibili­dad de un reemplazo en huelga-, o las vacilacion­es en torno a una rebaja de los impuestos corporativ­os. Lo más ordenador para el debate es fijar con claridad las posiciones frente a la opinión pública y hacerse cargo de los desafíos.

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