El despegue hacia el desarrollo integral
Los primeros 100 días del gobierno del Presidente Piñera marcan un fuerte contraste con el gobierno anterior. En el plano económico, en virtud de una mezcla de buenas condiciones externas, señales pro empresa privada y emprendimiento, mejores expectativas generales y aumento de la inversión, se puede anticipar que el país el año 2018 va a crecer sobre el 3,5%, es decir, al doble del promedio entre 2014 y 2017 del gobierno de Bachelet. Sin duda una buena noticia.
En el plano político, la retroexcavadora quedó enterrada en su propio fracaso. Hay cinco acuerdos nacionales que están siendo trabajados por comisiones transversales (Seguridad, Araucanía, Salud, Desarrollo Integral e Infancia, que ya culminó su tarea) y ello demuestra que el país ha recuperado uno de sus capitales más valiosos: ser capaz de ponerse de acuerdo en temas fundamentales dando mayor estabilidad.
En el plano social las iniciativas van desde la agenda pro equidad de género, ley de fármacos 2 al nuevo CAE, un sistema que coexistirá con la gratuidad, terminando con las diferencias entre alumnos de igual vulnerabilidad.
También se advierte una nueva doble voluntad política: enfrentar los problemas y gobernar con las prioridades de la gente. El mejor ejemplo de lo primero son las medidas adoptadas en materia de migración. Como señaló el Presidente Piñera “empezamos a ordenar la casa”. Un mensaje muy directo: en el actual gobierno los problemas no se barren bajo la alfombra. El mejor ejemplo de lo segundo es la forma en que se ha asumido la lucha contra la delincuencia. Se partió con un significativo cambio en el alto mando de Carabineros, absolutamente indispensable para corregir la institución y como nunca antes el Presidente y el ministro del Interior han asumido personalmente la tarea de empezar a derrotar la delincuencia. ¡Qué gran diferencia con el gobierno anterior que en esta batalla simplemente “tiró la toalla”!
Todas esas realizaciones y otras tantas que podrían agregarse son el piso de lo que vendrá.
En estos 100 días el gobierno consiguió instalar las bases de su hoja de ruta, que tiene como eje cuatro pilares. El desarrollo integral, mucho más que el simple crecimiento económico ya que lleva consigo la inclusión (todos deben beneficiarse), la sustentabilidad (el cuidado de las condiciones ambientales), un marcado sello social (la focalización y el impacto en los más necesitados) y la regionalización (“Chile será descentralizado o no será desarrollado”, conforme a la sentencia de Joan Prats); la promoción y protección de la clase media; la preferencia otorgada a los niños, a quienes pusimos “primeros en la fila” y una innovadora política de envejecimiento positivo que irá de la mano de una reforma previsional que tendrá un alcance general, pero también un foco especial en la clase media y las mujeres.
Sin perjuicio de lo anterior, el gobierno ha demostrado especial preocupación por los temas del futuro que ya golpean la puerta, tales como el cambio climático, la nueva revolución tecnológica y muy especialmente el futuro del trabajo. Si hay una amenaza que se cierne hoy es precisamente la dramática forma en que los procesos de automatización/robotización destruirán empleos y al mismo tiempo crearán otros nuevos. La “reconversión” ya no será una palabra del área industrial o agrícola, sino una necesidad de miles de trabajadores que necesitarán urgente capacitación.
Los primeros 100 días han mostrado un gobierno con las metas y prioridades claras y un fuerte apoyo político y ciudadano: el 60% de las personas respalda cómo se están haciendo las cosas. Tales días han ido asentando las bases para que luego de cuatro años de estancamiento, Chile vuelva a despegar hacia el desarrollo integral.
Se ha mostrado un gobierno con las metas y prioridades claras y con un fuerte apoyo.