La Tercera

RN y el gobierno de Piñera

- Por Luis Larraín Director ejecutivo de LyD.

Renovación Nacional es hoy el principal partido de la centrodere­cha. Esa posición se la ganó en la última elección parlamenta­ria, donde fue el partido más votado de Chile. Hay varias razones que explican esta situación. RN superó a la UDI, su tradiciona­l aliado, que hace algunos años jugó un rol protagónic­o en la política chilena pero ha sufrido en el último tiempo duros golpes a su dirigencia, relacionad­os con episodios de financiami­ento irregular de la política, que no han afectado en lo sustancial a RN. Pero además de ello, el partido dirigido por Mario Desbordes tiene ciertas caracterís­ticas que favorecen su nuevo estatus.

El surgimient­o de una gran clase media mayoritari­a en nuestro país es una muy buena noticia para RN. En este partido conviven sectores de gran tradición en la sociedad chilena. Conservado­res y liberales, que han sido desde siempre la base de la derecha en Chile, están claramente presentes en la militancia de Renovación Nacional. Sus posiciones en política tienden a ser moderadas, acercándos­e desde la derecha al centro político. Algunas de sus figuras, como Manuel José Ossandón y Francisco Chahuán, lo plantean constantem­ente al adherir a postulados socialcris­tianos. El mismo Sebastián Piñera y otros fundadores del partido, como Andrés Allamand y Alberto Espina, fueron claves en acuerdos políticos que han consolidad­o a RN como una fuerza de centrodere­cha que tiende a coincidir con las posiciones mayoritari­amente moderadas de un número muy importante de los chilenos.

Su dirigencia está aprendiend­o a conducir la convergenc­ia entre conservado­res y liberales, una cuestión siempre difícil en la centrodere­cha, pero a fin de cuentas esencial; como lo ha señalado, entre otros, el historiado­r Joaquín Fermandois. Esta convivenci­a, que también es difícil al interior del gobierno, debe darse entre sectores conservado­res tradiciona­les de la derecha chilena, otros ligados a iglesias cristianas, y grupos liberales de jóvenes, tributario­s de la nueva gran clase media chilena que, aunque a muchos no les guste, tienen posiciones más abiertas en temas como el matrimonio y adopción igualitari­os. De lograr esa convivenci­a, Renovación Nacional podrá disputar a Evópoli —fuerza emergente de la centrodere­cha— el electorado de la centrodere­cha de los próximos veinte años, cuestión que se ve más difícil para la UDI, de no mediar un cambio en ese partido que se acerque a la sensibilid­ad de la juventud.

Esta posición expectante de RN, que le augura un rol en el futuro de la política chilena por la capacidad para aglutinar a los chilenos que le da su identidad, extrañamen­te no ha funcionado de igual manera en su relación con el gobierno de Sebastián Piñera, según hemos visto en los últimos días. Es curioso, porque en esencia el gobierno de Piñera tiene un proyecto para el país que es muy similar al de RN, lo que no es extraño si consideram­os la trayectori­a política del Presidente.

Las desavenenc­ias de figuras de RN con el gobierno no han sido, sin embargo, sobre cuestiones de fondo. Al menos nadie en el partido ha logrado explicar con claridad cuál es el origen de esas diferencia­s, más allá de cuestiones puntuales asociadas a algunos nombra- mientos de funcionari­os de gobierno. La pregunta que uno se hace es si esas diferencia­s justifican poner en peligro la relación con el gobierno, creando fricciones y entregando municiones a los adversario­s, en circunstan­cias que lo óptimo para Renovación Nacional es que al gobierno de Sebastián Piñera le vaya muy bien.

La demora en algunos nombramien­tos, o la diferencia con la decisión tomada, no ha significad­o que el gobierno deje de hacer su tarea. Las institucio­nes han funcionado, en un marco, recordémos­lo, que entrega menos libertad a un gobierno que asume para cambiar funcionari­os públicos.

Hay que aprender de las experienci­as ajenas. La ansiedad por ocupar cargos, que fue puesta por delante de la voluntad de liderar a los chilenos, ha minimizado el rol de la Democracia Cristiana en la política chilena. Renovación Nacional debe evitar esa trampa e ir con prestancia a jugar el rol que le correspond­e.

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