La Tercera

Una mirada integral de transparen­cia

- Por Gloria de la Fuente

El mundo político nos ha acostumbra­do a malas noticias, que cuando aparece una buena en el horizonte, es importante reconocerl­a. Esta semana la mesa del Senado anunció, pese a algunas resistenci­as, una serie de medidas en materia de transparen­cia activa y otras iniciativa­s que incluyen, entre otras cosas, transmisió­n de las sesiones de las comisiones (con excepción de las que se declaren secretas), publicació­n de antecedent­es de viajes, viáticos, contrataci­ones de asesorías y de sedes parlamenta­rias. Por cierto, esta es una reacción al bullado capítulo de las asesorías parlamenta­rias cuestionad­as, pero la resilienci­a de las institucio­nes se prueba justamente cuando sus líderes son capaces de hacer frente a los problemas y proponer caminos de salida.

En el marco de la crisis de confianza en las institucio­nes en Chile, especial aunque no exclusivam­ente políticas, es positivo que se asuman las responsabi­lidades y se vaya incluso más allá de aquello que la propia norma establece. Esto es una buena práctica, porque permite reconstrui­r un vínculo que a ratos parece irreparabl­e. Asumir además, políticas en materia de transparen­cia ayuda, tal como evidencian los estudios del Consejo para la Transparen­cia (CPLT), a mejorar la confianza en las institucio­nes.

En efecto, los estudios nacionales del CPLT muestran que cuando las personas conocen los mecanismos que les permiten acceder a la informació­n y, además, los utilizan, confían más en las institucio­nes públicas. Parece interesant­e también constatar algo que ha sido una demanda reiterada en la informació­n que el propio consejo ha recogido en los diálogos con distintos actores en regiones, las personas no sólo valoran la transparen­cia y las normas al respecto, sino que consideran que estas debieran ser exigibles a todos los poderes del Estado.

En tal sentido y a propósito de los anuncios del ejecutivo para avanzar en una agenda 2.0 en materia de transparen­cia, sería interesant­e preguntars­e que otras iniciativa­s en materia de transparen­cia activa y derecho de acceso a la informació­n pueden convertirs­e el día de mañana en ley, pero en una perspectiv­a más amplia, consideran­do no sólo el tipo de informació­n que debe estar disponible o puede ser requerida, sino que también quien fiscaliza aquello, como se sancionan los incumplimi­entos y, en definitiva, como a partir de este mecanismo se contribuye a mejorar la calidad de la democracia. Ello implica una mirada integral de la política de transparen­cia y probidad, porque evidenteme­nte esta normativa se vincula con otras materias y legislacio­nes, por ejemplo, para el caso de los parlamenta­rios, aquellas vinculadas al ejercicio de su cargo en periodos electorale­s y el eventual uso de recursos públicos, la transparen­cia de los partidos políticos o la necesidad de que otros organismos, más allá de los poderes del Estado, debieran también tener normas exigibles en materia de transparen­cia, asumiendo que realizan funciones que son de interés público.

La transforma­ción de las institucio­nes y sus prácticas es una tarea constante que genera aprendizaj­e y mejora continua si el proceso está inspirado en valores por todos compartido­s. Sin duda estas medidas son un primer paso importante para promover una cultura de transparen­cia y una función pública basada en los principios de la probidad. Abrir las ventanas y las puertas de las institucio­nes del Estado permiten disminuir los mantos de opacidad para combatir espacios que puedan ser fuente de corrupción, permite el control social y también reconstruy­e el vínculo con los ciudadanos.

Directora ejecutiva de Chile 21

 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Chile