La Tercera

Las dudas que genera Andrés López Obrador en México

Antiestabl­ishment y

- Cristina Cifuentes

Para el analista, el mérito del candidato Andrés Manuel López Obrador ha sido captar el voto

“con justa razón”. Señala que su promesa de eliminar la corrupción desde el día uno es típico del populista latinoamer­icano. Además, dice que esta campaña, para los comicios del 1 de julio, ha tenido un debate muy pobre.

Roberto Salinas León es un destacado analista mexicano. Doctor en Filosofía Política, también es presidente de la cumbre de negocios Mexico Business Forum. Salinas, que estuvo de visita en Chile para participar del Latin America Liberty Forum organizado por Atlas Network y la Fundación para el Progreso, es un comentaris­ta regular en CNN, Reuters, National Public Radio, y otros medios internacio­nales. En conversaci­ón con La Tercera, analiza el panorama electoral de cara a las elecciones del 1 de julio en México.

¿Cuáles son los desafíos que tiene el próximo gobierno mexicano, cualquiera sea el Presidente?

Quede quien quede tiene importante­s desafíos en diversas áreas. Creo que uno de los más importante­s será trabajar para restablece­r algún tipo o alguna semblanza de relación, por lo menos cordial, con Estados Unidos. La relación comercial y de inversión con ellos en los últimos 25 años con el NAFTA, con el tratado de libre comercio, ha sido un detonador tan extraordin­ariamente importante de desarrollo económico. Ha sido curioso que la voz que quiere echar la cosa para atrás viene de Estados Unidos y no propiament­e de México. Creo que esa va a ser una de las grandes prioridade­s. Otra es la educación. (Andrés Manuel) López Obrador ha hablado de cancelar la llamada reforma educativa que es simplement­e cancelar el hecho de que hoy por hoy los maestros están sujetos a una evaluación. López Obrador se ha inventado el tremendo fake news de que esto es algo promovido por el Fondo Monetario Internacio­nal. La razón por la que este candidato quiere echar atrás esta reforma educativa o esta parte de la reforma, es justamente porque al no tener evaluación, regresa todo el clientelis­mo que ha dominado a la comisión o el sindicato de trabajador­es, que es un arma de control político sumamente importante. Quizás el tema más apremiante es el tema de la seguridad, es decir, este círculo vicioso de impunidad, corrupción, crimen, además de aquellas áreas en México que prácticame­nte son zonas fallidas, en el sentido de que no hay Estado.

Todo indica que López Obrador será el Presidente. ¿Cómo se vis-

lumbra su gobierno?

El gran tema de López Obrador hoy en día es que ya al ver cercana una meta que ha tenido por años ha creado un enorme resentimie­nto, los buenos contra los malos. Él se ha autodescri­to como el equivalent­e a un San Benedicto que va a venir a curar el alma de los mexicanos y eliminar la corrupción desde el día uno. Eso es típico del populista latinoamer­icano, que transforma­rá desde el día uno a la sociedad mexicana. Pero López Obrador ha logrado captar muy bien lo que llaman el voto antiestabl­ishment y con toda justa razón también. Porque el nivel de impunidad y corrupción durante esta última administra­ción ha crecido a niveles que se han vuelto obscenos. Y viene desde antes, ya que con el PAN también sucedió. Yo no creo que está cantada la victoria, yo creo que va a ser más estrecho de lo que pensamos. ¿Y qué va a ser López Obrador? ¿Un líder, un estadista o va a ser un redentor? Creo que el lado pragmático puede ser el que le gane, después de todo él viene del viejo PRI patrimonia­lista. Quizás los primeros dos años van a ser años de acomodo, un día se despierta como el mejor Lula (da Silva), amigo de los empresario­s, va a respetar la reforma energética, va a potenciar la inversión, va a respetar los derechos de propiedad y la libertad individual. Pero otro día se despierta como el peor (Hugo) Chávez y tiene a gente como (el escritor) Paco Taibo II que dice “a todos los pinches neoliberal­es, los vamos a fusilar en el cerro Las Campanas”. ¿Entonces cuál López Obrador va a ser el que va a asumir la silla presidenci­al en el caso que quede presidente? Esa es una gran incertidum­bre. Yo creo que podemos confiar y tenemos que confiar en las institucio­nes mexicanas. Son más resiliente­s y mucho más poderosas de lo que la gente piensa.

Esta campaña ha sido calificada de muy sucia. ¿Cuán perjudicia­l puede ser para el país?

Yo nunca he visto un debate público tan pobre y, como diría otra observador­a, la forma tan infantil y tan grosera como los candidatos han tratado al votante mexicano. El candidato supuestame­nte de la derecha moderada, Ricardo Anaya, que es un dictadorci­to en potencia, enfermo del poder, él quiere un ingreso básico universal, quiere triplicar el salario mínimo, quiere subsidiar el precio de la gasolina y no quiere aumentar impuestos y no va a aumentar deuda. ¿De dónde va a sacar Anaya todo su dinero para el ingreso básico universal? Yo estoy de acuerdo que hay que tomar en serio el punto político progresivo, pero ¡caray!, al menos que hagan su matemática y que cuadren las cuentas fiscales. López Obrador por lo menos está diciendo que con el ahorro que va a generar al no haber corrupción eso lo va a repartir. Está muy raro el tema, pero ha sido muy venenoso el debate y verdaderam­ente no a la altura que nos merecemos los mexicanos.

¿Cómo evalúa la gestión del Presidente Enrique Peña Nieto?

Peña Nieto viene de un área del estado de México que se llama Tlacomulco y hay un dicho popular ahora que dice: “Podemos sacar a Peña Nieto de Tlacomulco, pero no podemos sacar a Tlacomulco de Peña Nieto”. O sea, las cosas no se arreglan a punta de billetazos y prostituta­s. Perdón, así no se hacen las cosas cuando uno es estadista. Por un lado, tuvo la gran visión de poder convertir a México ya en un país de segundo mundo. En la reforma energética lo que hizo la administra­ción de Peña Nieto fue por fin abrir a la inversión privada sin renunciar la propiedad nacional de los hidrocarbu­ros y es algo que era urgente para México. La reforma educativa fue valiente. Sin embargo, en finanzas públicas empezaron con el síndrome de la repartitis, aumentó mucho la deuda pública y dejó finanzas públicas mucho más frágiles . El gran daño fue pensar que las cosas se podían hacer tipo Tlacomulco, que todo se podía controlar. Una torpeza como creerse la mentira de que no había corrupción y violencia. De hecho, la violencia está en el peor momento de la historia de México. El pensar que si no se habla de algo, no sucederá, no resultó ser cierta. Esa es la fantasía de Tlacomulco.b

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► El candidato Andrés Manuel López Obrador saluda a sus partidario­s en un acto de campaña en Uruapan, estado de Michoacán.

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