La Tercera

Maneras de pensar

- Sergio I. Melnick @melnickser­gio

Es difícil entenderse en la sociedad porque hay diferentes maneras de pensar. Por ejemplo, la ciencia es estrictame­nte racional y busca resolver la pregunta del cómo. Es el camino del conocimien­to. Aquí no hay espacio para la ignorancia ni la opinión. La ciencia, a su vez, engendra la tecnología, que es una extensión material de la razón. La espiritual­idad se pregunta el porqué; es ontológica, intuitiva, es experienci­al y por ende es otra lógica muy diferente, ya que la totalidad supera completame­nte el alcance de la razón pura.

Hay un espacio intermedio que es la filosofía, que puede ser más racional o más espiri- tual; ambas son, por cierto, caminos a la sabiduría. Espiritual­idad y filosofía se preocupan del sentido humano. La ciencia propone cosmología­s, la espiritual­idad cosmogonía­s. Pero también está el ámbito de las artes, que agrega a todo lo anterior emociones y hermenéuti­ca. El arte es en general una buena invitación a la tolerancia, a la apertura de la mente. Finalmente están las humanidade­s que de alguna manera unen todo lo anterior, pero desde la mirada de la sociedad.

Las ideologías deberían ser una buena mezcla de todos, pero en general no lo logran. Hay ideologías (de todos lados) que se parecen más a religiones basadas en dogmas. Esas ideologías no saben transar, que es el dominio de la razón y de las humanidade­s, y desde luego de la sana convivenci­a democrátic­a. En la ciencia hay énfasis en objetivida­d; en todo lo demás hay subjetivid­ad.

Desde el siglo 17 en adelante el avance de la ciencia ha ido copando casi todos los espacios de la sociedad. La ciencia y la tecnología sin duda generan bienestar material, pero dejan intocadas las preguntas fundamenta­les del ser humano. Las diversas religiones han ido perdiendo fuerza relativa. La inmediatez ha reemplazad­o la mirada larga. La superficia­lidad de la opinión ha reemplazad­o la fuerza profunda de las ideas.

Ni la ciencia, ni la fe, ni el arte, ni las humanidade­s son “la realidad”. Son solo maneras de relacionar­se con lo que sea que es la realidad. Son modelos, mapas, no el territorio. Sin embargo, sus exponentes “creen” que es la realidad y presentan sus modelos como verdades. Todas estas formas de pensar han cambiado sus modelos de realidad en el tiempo, en particular la ciencia, las artes y la filosofía, lo que demuestra que son modelos, interpreta­ciones. La verdadera educación es la que debe enseñar a pensar simultánea­mente en todos esos lenguajes diversos. El entrenamie­nto es apenas la especializ­ación en alguno de ellos. Como la civilizaci­ón occidental en la que vivimos va de manera creciente a la especializ­ación, por razones estrictas de productivi­dad al servicio del mundo material, poco a poco va fragmentan­do nuestra manera de pensar y, a la larga, ocurre lo que vemos hoy: es cada vez más difícil comunicars­e y llegar a acuerdos. La máquina es la diosa de la especializ­ación. La universida­d dejó de ser tal y pasó a ser una herramient­a de la especializ­ación. Los jóvenes no van realmente a la universida­d sino a carreras específica­s. Así, la explosión del conocimien­to ha sido fenomenal, pero fragmentad­a.

Sin duda la solución no es volver atrás. Debemos aceptar la validez de maneras de pensar que aportan otro espacio de realidad que nuestra forma de pensar no sabe capturar. Debemos repensar el modelo educaciona­l del futuro de manera radical. El sistema actual ya no es capaz de evoluciona­r. La sociedad como un todo es la escuela del futur,o con un sistema comunicaci­onal y stock de conocimien­to jamás conocido. La mente es como los paracaídas: solo funciona cuando se abre.

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