La Tercera

Croacia B también mete miedo

- Denís Fernández

Clasificar a octavos de final en primera posición es algo meritorio. Hacerlo además con puntaje perfecto, un valor añadido. Pero completar el pleno de triunfos dando descanso a nueve titulares y transmitie­ndo la misma imagen de autoridad, de suficienci­a, son palabras mayores. Por más que enfrente estuviera ayer una Islandia necesitada (capaz de conmover incluso en la derrota) o que el Mundial, a fin de cuentas, no haya hecho todavía más que empezar.

Lo cierto es que tiene motivos de sobra para sacar pecho Zlatko Dalic. Su equipo funciona como un conjunto coral y la sinfonía suena igual de bien con independen­cia de sus intérprete­s. Y si no, que se lo pregunten a la irreductib­le Islandia, cuyo fuego mundialist­a se extinguió en Rostov del Don ante el plantel B balcánico.

Porque de la revolución planteada por Dalic, concebida

en principio para proteger de la suspensión a cinco de sus teóricos titulares, sólo terminaron librándose finalmente Modric (el mejor durante la hora escasa que estuvo en el campo) y Perisic (autor del segundo tanto). Fueron nueve, en total, las caras nuevas, pero Croacia no cambió su imagen.

Tampoco, en honor a la verdad, Islandia, que despertó de su letargo con el gol de Messi en San Petersburg­o, el codazo estremeced­or de Pjaca a Bjarnason y el grito vikingo de sus incansable­s fanáticos, acariciand­o hasta en tres ocasiones el tanto. Pero el que lo encontró primero, ya en la reanudació­n y tras dejar temblando el arco de Halldorsso­n con un tremendo derechazo al larguero desde 30 metros, fue, sin embargo, Milan Badelj, el reemplazan­te de Rakitic.

Un gol que no ahogó las esperanzas islandesas, renovadas con el empate de Sigurdsson desde los doce pasos, pero que tampoco les alcanzó a los vikingos para seguir haciendo historia en su primer Mundial pues Perisic -dicho estaba- terminó firmando a la contra el 1-2 definitivo y el pleno croata. Tres partidos, tres triunfos, siete goles a favor y sólo uno en contra son el bagaje con el que los balcánicos llegarán el domingo a su duelo de octavos ante Dinamarca. Gustando y gustándose, además. Metiendo miedo.b

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► Kovacic conduce el balón ante el acoso de Hallfredss­on, ayer, en el Rostov Arena.

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