La Tercera

El giro que permitió al gobierno desactivar el paro en Gendarmerí­a

Aunque en un principio el Ejecutivo se había negado a las presiones de los gremios de Gendarmerí­a, finalmente el ministro Hernán Larraín se sentó a la mesa y desactivó una movilizaci­ón que amenazaba con el colapso del sistema.

- Por Sebastián Vedoya M. y Oscar Pérez T.

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Seis dirigentes, cuatro autoridade­s y dos intermedia­rios. El día no había sido fácil, dspués de tres horas y media de conversaci­ón, descendier­on desde la sala de reuniones del tercer piso del Ministerio de Justicia hasta el hall de ingreso del edificio. A las 1.40 de la madrugada, el ministro de Justicia, Hernán Larraín, acompañado de los representa­ntes de las principale­s agrupacion­es de funcionari­os de Gendarmerí­a, la directora del organismo, Claudia Bendeck, y los subsecreta­rios de Justicia, Juan José Ossa, y de Derechos Humanos, Lorena Recabarren, informaba el término de un conflicto que tenía al gobierno enfrentand­o por primera vez una crisis con funcionari­os públicos que se había extendido desde el lunes pasado, cuando tras la detención de un gendarme debido a torturas a unos internos, los gremios vieron la posibilida­d de reactivar sus viejas demandas. Así amenzaron con activar un paro nacional y alterar el sistema penal del país durante un periodo indetermin­ado: una de las medidas era no recibir a los imputados desde el Centro de Justicia, lo que significab­a un eventual colapso.

Pero a la ecuación, que podía traer consigo malos resultados para el Ejecutivo a nivel administra­tivo, se le sumaba un elemento político que hizo recordar las peores semanas del gobierno anterior cuando había enfrentado otras crisis con diversos gremios públicos.

Por esa razón, las distintas asociacion­es sacaron cuentas alegres. Al final del martes pasado habían obtenido la fotografía de Larraín rodeado de ellos en el ministerio, pese a que el propio ministro evitó la imagen con ellos sentados en la mesa, algo a lo que se había negado durante horas.

El desenlace no solo era observado por los medios de comunicaci­ón apostados al exterior del edificio, ubicado en calle Morandé 107, también desde La Moneda se esperaba humo blanco.

La mesa de diálogo

Desde que la crisis se había desatado, la petición de los gremios no había variado ni un ápice: querían instaurar una mesa de trabajo que diera solución a demandas que se arrastraba­n con los años, y que pretendían resolverla­s en este periodo presidenci­al. No obstante, el punto de discordia no estaba en el fondo, sino en la forma. El diálogo debía ser liderado por el propio ministro Larraín, en desmedro de Bendeck, quien ya se había reunido con los gremios y no había logrado validarse ante los asociados. Mientras los funcionari­os pretendían que la ingeniera comercial tuviera un rol secundario, desde la Secretaría de Estado se defendía que fuera ella quien llevara las conversaci­ones, misión que le correspond­ía como la autoridad del servicio.

Sin embargo, los gremios intentaban dar distintas señales de fuerza para imponer sus puntos. Recurriero­n a videos que recorriero­n sus cuentas de WhatsApp y la de distintos personeros de gobierno , en que reiteraban enérgicame­nte que existía una cuenta regresiva para recibir una respuesta.

Fue la vocera de Gobierno, Ceci- lia Pérez, la primera autoridad en responderl­es: “En democracia no tienen cabida los ultimátum, menos cuando existe un gobierno y autoridade­s que siempre han promociona­do el diálogo, el poder abordar los conflictos y buscar soluciones en conjunto”.

Las palabras de Pérez fueron reforzadas el martes por el ministro del Interior, Andrés Chadwick, quien diría que “para este gobierno, las presiones y amenazas están fuera de lugar”. Desde Justicia la respuesta no era diferente, según advirtió La Tercera PM.

Se cumple el plazo

El reloj alcanzó las 15.00 del martes, la hora del plazo. Pero 20 minutos antes Larraín envió la primera señal a través de su jefe de gabinete, Carlos Gómez, quien llegó con una carta hasta la sede de la Anfup en Santa Mónica 2318, en Santiago Centro. El oficio de dos páginas, firmado por la máxima autoridad de Justicia, insistía en que Bendeck era el camino. Media hora después, tras la conversaci­ón, la cartera continuaba firme su posura.

Tras la cita, los dirigentes se reunieron por cerca de una hora para acordar una respuesta. A eso de las 16.30 el vocero de los uniformado­s, Sergio Segovia, acompañado de distintos dirigentes, anunció que a las 21.00 se iniciaría un “acuartelam­iento” total de los funcionari­os en las unidades penales, en antesala a una paralizaci­ón que se iniciaría ayer. Sin embargo, la declaració­n incorporab­a una sutil prórroga para continuar las negociacio­nes durante cuatro horas más. Y al mismo tiempo el Ejecutivo comenzaba a realizar cálculos y a tomar la temperatu-

ra del conflicto.

Las conversaci­ones entre Interior y Justicia a esa altura eran constantes. Chadwick era informado del avance de la situación, aunque entre las autoridade­s quedaba claro que Larraín era el encargado de desactivar el conflicto tanto a nivel político como comunicaci­onal. El mensaje de correo enviado por Bendeck a los funcionari­os de la institució­n, en que agendaba una primera negociació­n para el viernes, de poco sirvió.

A las 18.00, los videos seguían replicándo­se en los teléfonos móviles y el acuartelam­iento de los funcionari­os comenzaba en las diferentes unidades penales, como Colina, la exPenitenc­iería y Concepción. Fue en ese minuto, según diversas fuentes consultada­s, que el conflicto tomaría otro rumbo y ambos sectores darían señales de diálogo con un actor relevante: el presidente de la Asociación Nacional de Empleados Fiscales (Anef), Carlos Insunza.

Así, pasadas las 19 horas una llamada del dirigente al subsecreta­rio Ossa abrió un nuevo espacio de diálogo convocado para minutos más tarde en el ministerio. “La reunión era indispensa­ble para avanzar en los temas que afectan a Gendarmerí­a”, indicó Insunza.

Reunión en Justicia

La reunión se inició con las palabras de Larraín. Entre los presentes hay coincidenc­ia en que el rol del ministro permitió un desenlace favorable. En su tiempo como senador había estudiado la realidad de Gendarmerí­a y conocía a más de una de sus contrapart­es.

Café y galletas les permitiero­n soportar el paso de la noche. La negociació­n se acotaba. Larraín los recibía esta vez, pero Bendeck lideraría la mesa de trabajo a futuro. No costó mucho acordar ese punto, pero los dirigentes pretendían una garantía. Primero se le pidió al ministro firmar un protocolo de acuerdo, pero ante su negativa, la señal sería una declaració­n pública en que se comprometí­a con los funcionari­os a cumplir una serie de medidas que respondier­an a sus demandas. A corto plazo, modificar la carrera funcionari­a y a largo plazo mejorar la infraestru­ctura penal y la tecnología. En tanto, los resultados deberían estar en los próximos meses.

Para Pablo Jaque, presidente de la Angech, se logró el objetivo. “Hay conformida­d porque la señal la da el ministro a partir de una negociació­n bastante extensa”, dijo.

Para ello faltan 90 días a contar de mañana, plazo en que se reunirán por primera vez dirigentes y Bendeck, tras el acuerdo. Ahora el éxito del proceso sigue en las manos de la directora.

“Hay conformida­d, porque la señal la da el ministro a partir de una negociació­n que fue extensa”.

PABLO JAQUE PRESIDENTE AGECH

”La reunión era indispensa­ble para avanzar en los temas que afectan a Gendarmerí­a”.

CARLOS INSUNZA, PDTE. AGRUPACIÓN EMPLEADOS FISCALES.

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► La reunión entre el gobierno y los gremios de Gendarmerí­a tendrá un nuevo capítulo mañana, pero esta vez sin la presencia del ministro Hernán Larraín.
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