La Tercera

Cuando entendamos que...

- Jorge Burgos Abogado

Existe un estereotip­o, que parte de verdad posee, según el cual las personas de izquierdas suelen tener una baja valorizaci­ón del crecimient­o de la economía como elemento básico a la hora de intentar construir sociedades que otorguen más oportunida­des de desarrollo. Y existe otro que señala que mientras más de derechas, las personas descreen de las políticas públicas que buscan la reinserció­n social de aquellos que han caído en el delito como forma de vida.

En estos días acaso hemos presenciad­o, atónitos, la expresión más bárbara, la que entiende que la autotutela, la supuesta justicia por mano propia, es una buena práctica aceptable y que incluso merece el aplauso. Es cierto que nuestra sociedad mira con preocupaci­ón, con razón, cómo la repetición —con altos grados de ausencia de castigo— de conductas delictivas va haciendo más insegura la cotidianid­ad de las personas. Es cierto también que a las autoridade­s gubernamen­tales les es difícil escapar de medidas efectistas más que efectivas; se prefiere lo llamativo, lo inmediato, para evitar el riesgo de ser acusado de inacción. Créanme que es difícil escapar a aquello.

Solo cuando entendemos —lo más transversa­lmente posible— que en materia de seguridad no hay solución mágica y que solo la persistenc­ia de un sistema que contemple acciones destinadas a evitar la impunidad y la creación de instrument­os de contención social del delito, podremos tener perspectiv­as de detener la creciente insegurida­d, térmica o real.

Permítame el lector dar brevemente un ejemplo de política pública en esta línea. La evidencia indica que la ecuación Droga-Delito-Droga está absolutame­nte ligada al clima de insegurida­d. Desde el año 2004 se estableció en Chile —inicialmen­te como piloto en Valparaíso, con el apoyo de técnicos de Fundación Paz Ciudadana— los “Tribunales de Tratamient­o de Drogas”. Estos funcionan a través de la salida alternativ­a de suspensión condiciona­l del procedimie­nto, en virtud del cual, mediando el acuerdo del fiscal y el imputado, se suspende el procedimie­nto a condición de que se someta a un tratamient­o de rehabilita­ción del consumo problemáti­co, provisto por el Estado y bajo la supervisió­n del juez. Actualment­e este programa existe en 29 tribunales orales, y un reciente estudio elaborado por Paz Ciudadana, bajo el patrocinio del BID, muestra reduccione­s en la reincidenc­ia delictual de los infractore­s.

En el 2013 se propuso un proyecto de ley para ampliar el ámbito de aplicación y que aborde delitos de mediana lesividad, buscando con ello captar delincuent­es primerizos y reincident­es vinculados con la comisión de delitos contra la propiedad, los que más contribuye­n a la insegurida­d. Este tipo de tribunales no fue abordado en el programa del actual gobierno, tampoco en la primera cuenta pública, y bueno sería se pronunciar­an; son de aquellas decisiones que significan entender el problema.

Reconozco que el discurso del Presidente ha sido atenuado en relación con su primera administra­ción; ya no se trata de que los otros lo hicieron todo mal, ni de que se acabó la fiesta de los delincuent­es, y la creación de un grupo trasversal para que haga propuestas en áreas de la seguridad es un síntoma de ese buen talante. Pero junto con aquello es indispensa­ble asumir la tarea de disminuir la reincidenc­ia, sin duda una de las causalidad­es más gravosas. No basta con amenazas difíciles de cumplir de más presos y presidios, hay que asumir ideas de cumplimien­to en medio libre, con resguardos: la evidencia internacio­nal lo aconseja, también los estudios evaluados por la Fundación Paz Ciudadana.

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