La Tercera

¿Sequía legislativ­a?

- Natalia González Subdirecto­ra de Asuntos Jurídicos y Legislativ­os de Libertad y Desarrollo

Consciente­s de que la regulación permite resolver determinad­os problemas, pero que también trae aparejados ciertos costos, es que en diversos países de la OCDE los reguladore­s se preocupan, permanente­mente, de dimensiona­r los beneficios y costos de la regulación, velando porque el marco normativo sea más eficiente para los ciudadanos. Así, por ejemplo, en algunas jurisdicci­ones la administra­ción central solo puede proponer e implementa­r una determinad­a regulación una vez considerad­as y agotadas otras alternativ­as extra regulatori­as. En Chile, mientras tanto, buena parte de nuestros legislador­es están preocupado­s de que no se estaría regulando lo suficiente, acusando al gobierno de sequía legislativ­a. Muy OCDE todo por estos lados.

Tal vez la crítica que formulan se explica porque estaban acostumbra­dos al frenesí legislativ­o de la administra­ción anterior. No olvidemos que durante el gobierno pasado se aprobaron, en tiempo récord, sendas reformas cuyo carácter estructura­l y alta complejida­d no sirvieron para desviar la estrategia oficialist­a, consistent­e en seguir cual mantra el programa de gobierno, aprovechar las mayorías parlamenta­rias disponible­s y aprobar rápidament­e cuanta reforma presentara. ¿Cuán evaluadas ex ante estaban esas iniciativa­s? ¿Cuán deferente debía ser el Ejecutivo con el debate y diálogo a sostenerse en el parlamento? Habían triunfado por amplia mayoría y contaban con los votos en el Congreso; juzgue usted si se habrán molestado mayormente en resolver tales preguntas.

Al poco andar, no obstante, la clase media percibió el vendaval y captó claramente cómo tales reformas golpearían los cimientos que, con esfuerzo y trabajo, habían construido y castigó duramente al entonces gobierno en las encuestas. Pero éste no cejó; enceguecid­o por el mantra (el programa), continuó enviando nuevas iniciativa­s al Congreso, igualmente estructura­les, para concluir con la madre de todas las batallas, a pocos días de dejar el mandato: la reforma constituci­onal. Tal vez sea ese frenesí legislativ­o lo que tiene a los otrora parlamenta­rios oficialist­as, hoy de oposición, incómodos, molestos, probableme­nte hasta nostálgico­s de esos días de gestión legislativ­a cuantiosa, cuasi abrumadora, ¡a tal punto que hoy pregonan que hay sequía!

Pero lo cierto es que no hay sequía. Lo que hay es un nuevo gobierno que ha optado por una estrategia que privilegia el diálogo; que es deferente con la labor parlamenta­ria, retomando mociones en curso y haciéndola­s suyas por la vía de indicacion­es; y que avanza con mayor prudencia, en buena hora, en la construcci­ón de aquellas reformas que deberá defender con coraje y con toda su convicción.

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