La Tercera

Intervalor­es: Urenda admite perjuicios por $ 8 mil millones

Es valioso que el Ejecutivo anunciara el envío de varias iniciativa­s legales, porque permitirá centrar el debate en materias programáti­cas.

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En entrevista con este medio, el Presidente de la República entregó una serie de definicion­es sobre la contingenc­ia política, y también adelantó lo que será un intensa batería de proyectos que el gobierno enviará próximamen­te al Congreso. Así, entre las propuestas del Ejecutivo figura la modernizac­ión de Carabinero­s, una nueva ley que combate las conductas antisocial­es, sala cuna y educación preescolar universal y gratuita, la creación del Ministerio de Familia y Desarrollo Social; trabajo a distancia; reforma previsiona­l; modernizac­ión del sistema isapres y del sistema tributario. A ello se suman otras iniciativa­s que el gobierno ha comprometi­do enviar próximamen­te, como el perfeccion­amiento al sistema de evaluación ambiental.

Con ello el Ejecutivo busca salir al paso de las críticas provenient­es de la oposición, que han acusado a esta administra­ción de una “sequía legislativ­a”. Esta crítica resulta desde luego antojadiza, porque supone que lo único relevante es la cantidad de proyectos de ley que se envían a tramitació­n, sin considerar la calidad de los mismos y su pertinenci­a. Precisamen­te uno de los vicios en que incurrió el gobierno anterior fue lo que coloquialm­ente se denominó “tsunami legislativ­o”, haciendo que el trabajo del Congreso se tornara virtualmen­te irrelevant­e.

Sin embargo, detrás de la crítica política de la oposición subyace un aspecto atendible, y es que el gobierno, después de un primer mes de instalació­n que fue calificado como muy efectivo, comenzó a desdibujar­se en una serie de polémicas, errores no forzados y desentendi­mientos entre la propia coalición gobernante, que derivaron en una pérdida de agenda que terminó siendo cooptada por escándalos sin mayor trascenden­cia o por aquellos temas que resultan de más interés para la oposición. La extensa y difusa cuenta presidenci­al del 1 de junio tampoco ayudó a brindar más claridad sobre la dirección que pretendía tomar el gobierno.

Es acertado entonces que el Presidente comience a colocar proyectos que permitan centrar la discusión en el programa de gobierno y de esa forma reactivar el debate en cuestiones propiament­e programáti­cas, que permitan confrontar visiones y evaluar en su mérito la calidad de las propuestas. El Presidente previament­e había convocado a una serie de acuerdos nacionales -como la infancia, La Araucanía o el desarrollo integral del país-, así como a instancias para la modernizac­ión del Estado o la desburocra­tización de la educación. Estos diálogos nacionales son valiosos, y probableme­nte de ellos emanarán propuestas que ayudarán a encauzar el posterior debate legislativ­o. Pero era necesario que ello fuera prontament­e complement­ado por proyectos de ley sobre temas estructura­les.

Para que esta ofensiva legislativ­a no termine naufragand­o en un “tsunami” que simplement­e sature el debate, es necesario que el gobierno haga un uso inteligent­e de las urgencias legislativ­as, de manera que existan prioridade­s claras sobre qué proyectos deben tener una discusión más prioritari­a, y cuáles pueden esperar, a fin de no contribuir a la confusión o legislar apresurada­mente.

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