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Es valioso que el Ejecutivo anunciara el envío de varias iniciativas legales, porque permitirá centrar el debate en materias programáticas.
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En entrevista con este medio, el Presidente de la República entregó una serie de definiciones sobre la contingencia política, y también adelantó lo que será un intensa batería de proyectos que el gobierno enviará próximamente al Congreso. Así, entre las propuestas del Ejecutivo figura la modernización de Carabineros, una nueva ley que combate las conductas antisociales, sala cuna y educación preescolar universal y gratuita, la creación del Ministerio de Familia y Desarrollo Social; trabajo a distancia; reforma previsional; modernización del sistema isapres y del sistema tributario. A ello se suman otras iniciativas que el gobierno ha comprometido enviar próximamente, como el perfeccionamiento al sistema de evaluación ambiental.
Con ello el Ejecutivo busca salir al paso de las críticas provenientes de la oposición, que han acusado a esta administración de una “sequía legislativa”. Esta crítica resulta desde luego antojadiza, porque supone que lo único relevante es la cantidad de proyectos de ley que se envían a tramitación, sin considerar la calidad de los mismos y su pertinencia. Precisamente uno de los vicios en que incurrió el gobierno anterior fue lo que coloquialmente se denominó “tsunami legislativo”, haciendo que el trabajo del Congreso se tornara virtualmente irrelevante.
Sin embargo, detrás de la crítica política de la oposición subyace un aspecto atendible, y es que el gobierno, después de un primer mes de instalación que fue calificado como muy efectivo, comenzó a desdibujarse en una serie de polémicas, errores no forzados y desentendimientos entre la propia coalición gobernante, que derivaron en una pérdida de agenda que terminó siendo cooptada por escándalos sin mayor trascendencia o por aquellos temas que resultan de más interés para la oposición. La extensa y difusa cuenta presidencial del 1 de junio tampoco ayudó a brindar más claridad sobre la dirección que pretendía tomar el gobierno.
Es acertado entonces que el Presidente comience a colocar proyectos que permitan centrar la discusión en el programa de gobierno y de esa forma reactivar el debate en cuestiones propiamente programáticas, que permitan confrontar visiones y evaluar en su mérito la calidad de las propuestas. El Presidente previamente había convocado a una serie de acuerdos nacionales -como la infancia, La Araucanía o el desarrollo integral del país-, así como a instancias para la modernización del Estado o la desburocratización de la educación. Estos diálogos nacionales son valiosos, y probablemente de ellos emanarán propuestas que ayudarán a encauzar el posterior debate legislativo. Pero era necesario que ello fuera prontamente complementado por proyectos de ley sobre temas estructurales.
Para que esta ofensiva legislativa no termine naufragando en un “tsunami” que simplemente sature el debate, es necesario que el gobierno haga un uso inteligente de las urgencias legislativas, de manera que existan prioridades claras sobre qué proyectos deben tener una discusión más prioritaria, y cuáles pueden esperar, a fin de no contribuir a la confusión o legislar apresuradamente.