Fragmentación política
La última semana no fue buena para la oposición. Las tensiones entre el PPD y el PS por la elección de la ministra de la Corte Suprema se sumaron a las existentes con la DC. Sumados a los conflictos de Chile Vamos cabe concluir que el sistema político enfrenta una fragmentación que dificulta el accionar político de las distintas fuerzas.
La derecha focaliza su esfuerzo comunicacional en señalar que esos problemas son propiedad de la izquierda. Pero más importante aún, se ha dado a la tarea de “explicar” la naturaleza de la crisis que afecta a la oposición, como producto del presunto trauma que le generó la alternancia en el poder. Es doloroso abandonar el poder, pero la opción por la democracia y la consecuente alternancia está incorporada al imaginario de la izquierda.
Sin duda que este sector político está en problemas. La falta de comprensión del papel de la Corte Suprema en la defensa de los derechos ciudadanos y su debilitamiento al designar una ministra que se define como antifeminista y a favor de las Isapres es su problema más reciente. Su propuesta reformista no logró estructurar una mayoría política y generó la división más importante de las últimas décadas. Se debate entre un discurso que poco se diferencia del de la derecha y el del FA que apenas logra configurarse. La modalidad antigua de alianza con el centro se agotó, pues los nuevos clivajes la hacen imposible, lo que obliga a su reformulación. El centro ha cambiado de fisonomía y no logra conformar una fuerza política. La base social de la izquierda se desdibuja. La clase obrera se ha reducido junto con la participación de la industria en la economía y los nuevos grupos populares y medios plantean desafíos inéditos. Incide también la creciente distancia con la sociedad civil, sus movilizaciones y organizaciones.
A lo anterior se suma el impacto de las transformaciones del orden internacional (que pone a Trump y otros ultraderechistas a la cabeza del antiestablishment internacional), la revolución tecnológica y los efectos disruptivos de la globalización, todos los cuales desubican a la socialdemocracia (igual que la derecha, desbordada por el populismo y el fundamentalismo religioso) lo que desdibuja los referentes de las izquierdas. Por ello el gran desafío de las izquierdas es doble: recomponer sus relaciones con la sociedad y realizar un esfuerzo intelectual que le permita relanzar su proyecto de izquierda. La derecha enfrenta un desafío similar. De ahí que ambos sectores encuentran dificultades para que sus diversos componentes converjan en proyectos comunes.