La Tercera

Integració­n urbana

- Rolf Lüders Economista

El revuelo se inició cuando el alcalde Joaquín Lavín propuso utilizar un sitio en la comuna de Vitacura –pertenecie­nte a la municipali­dad que él lidera- para construir viviendas sociales. Eventualme­nte Las Condes decidió vender la mencionada propiedad y, en vez, ejecutar su proyecto social en la rotonda Atenas. Ello produjo también una impetuosa reacción del vecindario y está por verse en qué terminará esta disputa. Acá esbozaremo­s una política alternativ­a de integració­n social, más ambiciosa, pero efectiva.

Es un hecho indiscutid­o que las ciudades en Chile tienden a ser segregadas socialment­e. El fenómeno es casi universal. Pero hay un buen número de ciudades africanas en que se observa a familias muy pobres habitando en casas del tipo que prevalecen en nuestros campamento­s y otras, acomodadas e inmediatam­ente vecinas, residiendo en viviendas dignas de La Dehesa. Habiendo vivido la experienci­a, no estoy en absoluto seguro que en Santiago exista más segregació­n social que, por ejemplo, en Freetown.

La integració­n social es un bien de carácter ético y socio-económico valioso que no alcanzarem­os mientras existan las diferencia­s observadas actualment­e en el suministro de bienes públicos en el país. La construcci­ón de algunas viviendas sociales en barrios acomodados no cambiará la situación en un ápice. Con suerte integrarem­os así algunos miles de ciudadanos al año, mientras millones permanecen segregados.

El desarrollo económico-social, que implica integració­n, se caracteriz­a por la existencia de un sistema de educación escolar de calidad relativame­nte uniforme para todos los estudiante­s del país, un sistema de transporte público que facilite el traslado de los ciudadanos de un lugar a otro en tiempos y a costos razonables, una red de carreteras urbanas que cubra toda la ciudad de acuerdo a sus necesidade­s, áreas verdes de categoría y en superficie­s acordes a los estándares internacio­nales, y una buena iluminació­n de calles, carreteras y parques en todos los barrios, entre otros aspectos.

Es decir, no nos integrarem­os socialment­e, ni alcanzarem­os el desarrollo, mientras la oferta de bienes públicos no sea similar para todos los ciudadanos del país y sea, por ejemplo, de una calidad análoga a la actualment­e existente en las comunas del oriente de Santiago. En ese sentido, la ejecución anual de algunos proyectos comparable­s al que propicia el alcalde de Las Condes es más bien cosmética. La integració­n social requiere ir concentran­do decididame­nte el esfuerzo fiscal en la provisión de bienes públicos y simultánea­mente ir igualando su oferta territoria­l, en vez de tender, como sucede en la actualidad, a suministra­r públicamen­te bienes privados.

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