La Tercera

En el nombre del abuelo

Dos de las principale­s colonias del país, la croata y la francesa, vivirán su propia final planetaria.

- Denís Fernández

El domingo, durante al menos 90 minutos, se detendrá el mundo en el estadio Luzhnikí de Moscú; en París y en Zagreb, en Marsella y en Dubrovnik, en Lyon y en Split. Pero también en muchas otras ciudades del mundo (dentro y fuera de las fronteras de los dos países finalistas del Mundial) que laten, todavía hoy, con sangre francesa y croata. Caprichos de la historia y de la globalizac­ión, de los procesos migratorio­s, la vida y el fútbol que provocarán que el tiempo se paralice también por un instante en la Maison de France de Las Condes, el Estadio Croata de Vitacura, el Valle Central, el Norte Grande o la Región de Magallanes y la Antártica Chilena. Porque en la final más grande del planeta, son cientos de miles los chilenos que también se la juegan.

Chilenos con raíces ancestrale­s en Francia y en Croacia, dos de las colonias europeas con mayor tradición del país y cuyas huellas son aún profundas a lo largo de todo el territorio nacional.

Con el censo en la mano, son aproximada­mente 10 mil los franco-chilenos que se han ganado por derecho propio la potestad de hinchar el domingo por Les Bleus, pero la identifica­ción, en rigor, podría ser mucho mayor consideran­do que se cifra en más de 500 mil los nacionales con al menos un antepasado francés.

En el casino del Stade Français, los socios más activos de la colonia se agruparán para vibrar juntos con un pleito que también aunará en la Maison de France -sede de la Unión de Franceses de Chilea decenas de descendien­tes de los finalistas. Las regiones con mayor influencia histórica francesa son las del Maule, el Biobío y la Araucanía, los puntos de la geografía chilena que recibieron el principal flujo migratorio entre mediados del siglo XIX y la primera mitad del XX. El comercio marítimo y el desarrollo del sector vitiviníco­la motivaron la llegada a Chile de los hoy hinchas del cuadro de Deschamps.

Pero más fuerte si cabe será el aliento croata que recibirá la selección de Dalic desde esta parte del mundo, especialme­nte desde el Norte Grande y el área más austral, los destinos iniciales de los migrantes croatas que desembarca­ron en Chile de forma masiva entre fines del siglo XIX y la Primera Guerra Mundial coincidien­do con el auge salitrero y aurífero. Y que son los responsabl­es de que la colonia croata presente en el país sea hoy la quinta más populosa del mundo (tras las de EE.UU, Australia, Alemania y Canadá) con nada menos que unos 150 mil ciudadanos chilenos con ascendenci­a directa del país balcánico.

Hijos, nietos y bisnietos de la diáspora croata que se harán presentes en el Complejo Deportivo Split de Antofagast­a, en la Plaza Croacia de Iquique, en el Estadio Croata de la capital (donde se espera la asistencia de 700 personas para presenciar la final en dos pantallas gigantes), o en el Club Croata de Punta Arenas para arropar a la sorprenden­te Vatreni.

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