La Tercera

ANIVERSARI­O DEL ATENTADO A LA AMIA

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SEÑOR DIRECTOR

Hace unos días, la justicia argentina determinó que el juez Alberto Nisman fue asesinado.

El fiscal había acusado al gobierno iraní de planear el atentado contra la Amia y revelado el rol de Argentina: ese país e Irán habían firmado un Memorándum de Entendimie­nto para que cayeran los pedidos de captura de la Interpol contra los ex funcionari­os iraníes acusados del acto terrorista, ocurrido el 18 de julio de 1994. A cambio, el gobierno de Cristina Fernández buscaba reanudar las relaciones comerciale­s y diplomátic­as con Irán. Así, para los jueces, el homicidio de Nisman, a cargo del Caso Amia, se debió a su acusación de encubrimie­nto a Fernández y a figuras de su gobierno.

El 19 de enero de 2015, el fiscal testificar­ía ante el Congreso trasandino sobre el presunto rol de la mandataria en ese caso. Pero, un día antes, fue encontrado muerto. Entonces, al ser consultada sobre el deceso, Fernández dijo: “Nosotros no teníamos ningún motivo…”. Su hipocresía no era nueva: había asistido a las conmemorac­iones del atentado como Primera Dama y Presidenta.

Dentro del caso Amia, el veredicto de que Nisman fue asesinado, es un avance. Pero 24 años después seguimos sin justicia, ni culpables.

Sabemos que un grupo iraní voló la Amia con un saldo de 85 muertos y 300 heridos. El financiami­ento de ataques terrorista­s contra institucio­nes judías es una de las vías que usa Irán para atacar en la diáspora e Israel. De hecho, la revista Forbes informó que Irán entrega 800 millones de dólares anuales a Hezbolá.

Cabe preguntars­e, entonces, si atacará otros objetivos en América Latina. Depende, en parte, de si la impunidad persiste en Argentina.

Hoy, hay otro gobierno y se busca quitarle el fuero a Fernández. ¿Podemos esperar que se haga justicia? ¿O nuestras esperanzas desapareci­eron con Nisman?

Shai Agosin W. Presidente Comunidad Judía de Chile

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