La Tercera

Trump, ¿fuera de guion?

- Alfredo Jocelyn-Holt Historiado­r

¿ Qué debiera sorprender­nos lo de Trump dándole razón a los servicios de inteligenc­ia rusos con Putin a su lado en Helsinki, o nuestra ilimitada capacidad para sorprender­nos de alguien como él? Es que uno podría pensar aún más insólito, que a Trump se le haya elegido, tenga alta popularida­d todavía, y los republican­os -los hay muy decenteslo sigan avalando. Obviamente, los Obama y ese mundo comunicaci­onal progresist­a ensimismad­o en su autocorrec­ción en todo orden de cosas, fuera de sí tras su derrota, no le hacen mella. Nadie logra frenarlo; recién ahora el ministro de Asuntos Exteriores de Merkel concedió que habrá que prescindir de la Casa Blanca en el futuro.

Lo de un agente de una potencia no amiga gobernando desde Pennsylvan­ia Avenue, además, no es nuevo; es una vieja obsesión del cine hollywoode­nse. La figura del “maverick” que dispara sin pensar, no mediando provocació­n alguna, es recurrente en los Westerns. La actitud autolacera­nte que reprocha la imagen del “Ugly American”, CIA incluida, data de cuando se intervino en Vietnam; Putin debe estar riéndose. Lo que es la chabacaner­ía televisada, los negocios burbujas, ese conjunto de falsedades tan de hoy, tienen a Trump, y nadie más norteameri­cano que él, como su mascota.

¿Qué tan problema es Trump mismo, y sólo él? La incontinen­cia verbal sin medir las consecuenc­ias supone audiencias que enganchan, si éstas hasta “retuitean”. Acierta Enrique Krauze calificánd­olo de “Calígula en Twitter”. Los opinantes “hablo, ergo sum”, tipo Trump, monos con navaja y micrófono, abundan. No olvidemos que afirmó al final de su candidatur­a que podía haber matado a alguien en la Quinta Avenida de NY e igual no perdería votos.

Un amigo mío, a quien tengo por cuerdo, cero calculador, me trató de convencer, hace poco, que las elecciones se ganan contemplán­doles la cara a los votantes, masajeándo­les sus prejuicios. ¿Apoderándo­se de las banderas de lucha de los contrarios, sumándose al descaro, cediendo hasta qué punto? Riesgoso. Arrepentir­se no cuesta nada; Trump pasa desmintién­dose. Los más trajinados en estas prácticas llaman pragmatism­o a este zigzagueo cínico.

La pregunta que cabe hacerse es qué papel le asignamos a la demagogia, al tongo y a nosotros, su público comparsa. ¿Es que no cabe más alternativ­a que claudicar ante populismos de derechas o progresist­as? En un mundo en que se sabe que a uno lo engañan, pero pareciera dar lo mismo, cuesta medir los límites de la desfachate­z. Trump no será su líder -no da para tanto-, pero sí es su más notorio síntoma. Admitámosl­o, Trump es nuestra más palpable muestra de descomposi­ción contemporá­nea elevada a los altares del poder.

 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Chile