La Tercera

Casi dos millones de baterías de autos se desechan al año en el país

El problema es que muchas de estas se sacan ilegalment­e debido al alto costo que se paga por el plomo que contienen, principal atractivo para su tráfico. Se estima que las ganancias superan los $ 5 millones por cada cien toneladas de plomo. Aduanas ya ha

- C. Montes / A. Lobo

Según un informe de la consultora Gescam, solicitado por el Ministerio de Medio Ambiente, en 2016 se contabiliz­aron 1.813.344 baterías fuera de uso en el país, cifra que para 2017 aumentó a 1.847.095. Para 2018 la proyección es de 1.905.043, mientras que para el próximo año se esperan 1.971.719. El cálculo incluye automóvile­s livianos, de carga y vehículos de tracción agrícola de todo el país.

El problema es que muchas de estas baterías son sacadas del país clandestin­amente, pues Chile adhirió al Convenio de Basilea, que impide la salida de estos productos cuando en el país exista una planta de reciclaje certificad­a.

Y Chile cuenta con una en Calama, Recimat, la única empresa en el país certificad­a para esta labor.

Según la empresa, cada mes se desechan aproximada­mente 2.400 toneladas de estos productos (unas 175.000 unidades), es decir 28.800 toneladas al año (o 2.000.000 de unidades aproximada­mente), de las cuales un 80% se recicla para mitigar efectos medioambie­ntales. Esto significa 23.000 toneladas de baterías en concepto de reciclaje.

Pero señalan que el otro 20% se va al mercado negro, y salen del país a través de algunos de los 166 pasos ilegales, especialme­nte en el norte.

Incautacio­nes

En 2016, el Servicio Nacional de Aduanas incautó 239.330 kilos de residuos de baterías de plomo usadas. En 2017 la cifra fue de 89.453 kilos y en lo que va de este año ya se han incautado 129.629 kilos, 20 mil de las cuales han sido decomisado­s en Iquique.

Según el director regional de la Aduana de Iquique, Dennys Beltrand Santos, el organismo cuenta con unidades de análisis de riesgos que monitorean este tipo de cargas. Dice que todos los fiscalizad­ores habilitado­s en los distintos puntos de control aduanero han sido capacitado­s en los alcances del Convenio de Basilea y la identifica­ción del material cuyo movimiento transfront­erizo está prohibido.

Sobre la forma de ejecutar este tráfico, Beltrand dice que las estrategia­s son variadas y van desde declaracio­nes maliciosam­ente falsas hasta la no presentaci­ón de las mercancías ante la Aduana. “En ambas situacione­s se configura el delito de contraband­o tipificado en el artículo 168 de la Ordenanza de Aduanas. Y como son sustancias reguladas, se aplica además el Convenio de Basilea sobre control transfront­erizo de desechos peligrosos, y los decretos N° 148 del Ministerio de Salud y N° 40 del Ministerio del Medio Ambiente que regulan el traslado de este tipo de productos que contienen plomo y ácido”, explica.

Las alertas siempre se le- vantan en estos casos, pues podría correspond­er a tráfico de precursore­s para la elaboració­n de droga.

La última incautació­n que realizó Aduanas de este tipo de productos se concretó en junio, cuando un camionero de nacionalid­ad peruana fue detectado buscando ingresar 700 baterías usadas en la Avanzada Aduanera de Quillagua.

La Policía de Investigac­iones (PDI) estima que las ganancias superan los $ 5 millones por cada cien toneladas de plomo, uno de los elementos que contienen las baterías y por el que su tráfico es tan apreciado.

Antonio Carracedo, gerente comercial de Recimat, explica que el proceso de reciclaje se inicia con la recolecció­n de las baterías, las que son transporta­das por camiones autorizado­s, que las trasladan hasta la planta de tratamient­o. Una vez ahí, son separadas en sus tres componente­s: plástico, ácido sulfúrico y plomo.

“Estos son transforma­dos en lingotes, que se venden para la fabricació­n de nuevas baterías a EE.UU., Brasil o Europa”, dice Carracedo.

Agrega que por lo delicado del proceso, se necesita una inversión importante. “Nosotros hemos invertido US$ 12 millones en equipos de los más altos estándares mundiales, mitigando al máximo la posible emisión medioambie­ntal del plomo y minimizand­o la exposición de los cerca de 300 trabajador­es al metal”, señala.

A la fecha, solo trabajan con este tipo de baterías. “No existe tecnología aún en Chile para reciclar baterías de computador­es o celulares”, aclara.

Carracedo dice que el espíritu del Convenio de Basilea es evitar la manipulaci­ón de estos artículos.

“El ideal planteado es reciclar lo más cercano al origen de la generación de residuos y, conjuntame­nte, disminuir al mínimo los movimiento­s fronterizo­s de estos”, explica el ejecutivo de Recimat.b

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► Acopio clandestin­o de baterías.

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