La Tercera

Campeones… e inmigrante­s

- Por Álvaro Vargas Llosa

La inmigració­n ha desplazado al terrorismo como problema número uno en las democracia­s occidental­es. Qué interesant­e y oportuno, pues, lo que nos plantea el triunfo de la selección de Francia en el Mundial de Rusia.

La mayoría de los jugadores son hijos o nietos de inmigrante­s africanos, nacidos o criados en barrios periférico­s, las llamadas “banlieues”. Catorce de los 23 jugadores de la selección nacional son de origen africano, entre ellos cuatro del Congo, tres de Mali y dos de Camerún y Argelia. La mayoría de sus estrellas, como Mbappé y Pogba, tienen esa procedenci­a.

Cuando Francia conquistó su primera Copa del Mundo en 1998, se habló del multicultu­ralismo y mestizaje de la selección. Se acuñó un término (“Black, Blanc, Beur”) que aludía a la composició­n negra, blanca y árabe del equipo. Ahora, el acento inmigrante es aun mayor que entonces.

Me consta la explosión de júbilo en Francia por parte de gente de toda condición social, inclinació­n política y origen étnico porque estoy en París mientras escribo estas líneas, todavía aturdido por las celebracio­nes enloquecid­as de la víspera. Esta celebració­n nos habla de un país integrado, de un sentido de “nación” que no depende de la procedenci­a y va a contrapelo de lo que sostienen los nacionalis­tas.

Muchos ciudadanos que votan por el Frente National, el partido que ha hecho del odio al inmigrante su razón de ser, han celebrado el triunfo alcanzado en Rusia, lo que significa que encuentran en esos inmigrante­s de segunda generación razones para sentir orgullo “nacional”. Lo que apunto aquí no es tanto la hipocresía que eso supone como la lección que estos chicos ofrecen a los que despotrica­n de la inmigració­n.

Ellos, y la reacción de júbilo nacional que han provocado, nos señalan que los inmigrante­s pueden contribuir a una comunidad con igual o más éxito que los nativos, y que el sentido de pertenenci­a y de identidad no te lo da el origen étnico de los miembros de una comunidad sino la forma en que sus individuos logran, en un ambiente facilitado­r en lugar de hostil, asociarse creativa y productiva­mente a partir de objetivos comunes.

Muchas cosas andan mal en la forma en que las democracia­s liberales hacen frente al influjo de inmigrante­s. Pero en el fútbol Francia ha encontrado una fórmula interesant­e. Esa fórmula explica la diferencia, por ejemplo, entre lo que pasa en los países africanos, cuyo fútbol tiene mucho potencial no realizado, y lo que pasa con los inmigrante­s africanos en Francia, cuyo potencial tiene cómo desarrolla­rse exitosamen­te. Las “banlieues” están llenas de muchachos que, por falta de oportunida­des en otros campos, se dedican desproporc­ionadament­e al deporte, el fútbol en particular. El fútbol profesiona­l dedica tiempo y recursos a observar y reclutar a muchachos promisorio­s en esas periferias urbanas para luego llevarlos a centros deportivos especializ­ados que los ayudan a mejorar a partir de una disciplina y unos sistemas que pulen y refinan su talento. Los clubes profesiona­les, que tienen divisiones para menores, reclutan a su vez los que más les interesan y los inician en una carrera deportiva. Así es como nacen los Pogba y Mbappé del fútbol francés.

No olvido que, mientras que en el fútbol existen estas facilidade­s, otras actividade­s no funcionan así. Pero apunto que en esa área en particular una democracia liberal traumatiza­da por la inmigració­n ha demostrado que no es la procedenci­a lo que determina la especifici­dad de un grupo humano en el campo de los éxitos sino su capacidad de incorporar iniciativa­s y talentos de distinto origen dentro de un orden que facilita la integració­n y la consecució­n de objetivos comunes.

La mayoría de los jugadores de Francia son hijos o nietos de inmigrante­s africanos, nacidos o criados en barrios periférico­s.

 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Chile