La Tercera

Niños abandonado­s, la otra cara de la crisis en Venezuela

El masivo éxodo producto de la crisis económica ha creado una generación de menores separados de sus familias. Algunos son acogidos en casas de abrigo, mientras que los menos afortunado­s deambulan por las calles pidiendo comida.

- Por Catalina Göpel

“A mi me gusta Venezuela, pero mi papá se fue y no lo veo hace dos meses. No he podido hablar con él y eso no me gusta”, dice Alexander un niño venezolano de ochos años de Cagua, un municipio del estado de Aragua, en el centronort­e de ese país. A través de la presidenta de la comisión de Familia de la Asamblea Nacional (AN), la diputada opositora de La Causa Radical (LCR) Mariela Magallanes, La Tercera accedió a conocer testimonio­s de menores que producto de la grave crisis que afecta al país han sufrido la separación de sus familias.

Como Alexander, son decenas los niños que día a día son abandonado­s por sus padres en Venezuela. Ellos, en búsqueda de mejores oportunida­des, deciden dejar el país con el sueño de conseguir un trabajo que les permita sostener a los suyos a la distancia. Actualment­e en su localidad, como en muchas partes del país, la realidad es devastador­a: no hay luz, no hay agua y la oferta de alimentos es casi nula.

Según cifras de la Organizaci­ón Internacio­nal para las Migracione­s (OIM), la alteración social, política y económica generó un éxodo que obligó a emigrar a 1,6 millones de venezolano­s. De ese total, al menos un millón se fue a partir de 2015. Sin embargo, desde el Observator­io Venezolano de la Diáspora cifran la masiva salida en al menos tres millones desde 1999, año en que Hugo Chávez asumió la presidenci­a del país sudamerica­no.

“Lo que más me gusta hacer es jugar fútbol con mis amigos. Acá también hay otros niños que sus papás se fueron”, agrega Alexander.

La situación de los menores es tal, que la AN, de mayoría opositora, informó durante la semana la conformaci­ón de una comisión que investigue el estado de los niños abandonado­s por sus padres, que han tenido que emigrar ante la grave crisis.

“Es una realidad que decimos alertar, para que desde el Estado se tomen acciones para determinar la gravedad de la crisis y cómo está afectando la infancia en Venezuela”, dice a este medio Mariela Magallanes. A juicio de la parlamenta­ria, lo más alarmante es el aumento de niños en situación de calle, junto con la disminució­n de la edad en la que los menores asumen esa condición. “De acuerdo a datos pre- sentados por la Red de Casas Don Bosco, que es una organizaci­ón de abrigo a nivel nacional, hay niños en situación de calle desde los seis años, y eso desde 2009 ha aumentado en 60%”, agregó.

Consideran­do la situación, desde el mismo Congreso lanzaron en marzo de este año la plataforma de Registro de Venezolano­s en el Exterior (RIVE) y, a través de ella, han podido detectar que el 40% de los padres abandonan a sus hijos por no poder mantenerlo­s, y “eso está trayendo como consecuenc­ia que con el tiempo muchos de ellos se unan a bandas delictivas”, indicó Magallanes.

“Mi papá se fue a trabajar”

Yonder es otro menor de ocho años que también vive en Cagua. Hace seis meses su padre tuvo que partir rumbo a Colombia, hoy se encuentra al cuidado de su madre que espera en los próximas semanas unirse a su marido. “Mis papás están separados porque él se fue a trabajar, lo extraño mucho”, señala a La Tercera.

Durante la conversaci­ón telefónica, en reiteradas ocasiones el menor insiste en que extraña a su padre, pero con la inocencia propia de un niño de su edad, transforma la el diálogo en juegos y risas. “Cuando grande quiero ser como James”, comenta haciendo referencia al jugador de la selección colombiana.

El abandono de los menores también refleja una de las caras más crudas de la crisis: el hambre y maltrato. “El tema del maltrato en Venezuela se ha venido agudizando a la par con el hambre”, cuenta a La

Tercera el director de la Red de Casas Don Bosco, Leonardo Rodríguez, quien agrega: “Tenemos muchos casos en los que se evidencia un alto maltrato físico a los niños. Pero, sin duda, lo más duro es que madres o padres, que han venido a pedir un cupo porque se irán del país, nos han reconocido en el proceso de entrevista que le han pegado a sus hijos de tres, cuatro o cinco años, porque no se callan porque tienen hambre”.

En relación a lo anterior, la nutricioni­sta especializ­ada en gestión de seguridad alimentari­a y asesora de Cáritas Venezuela, Susana Raffali, asegura que puede dar fe que en ese país se está manejando un altísimo grado de vulnerabil­idad debido a la migración.

Según la experta, en la última jornada para la evaluación de niños realizada el enero de este año, aproximada­mente el 20% de ellos se presentaba­n solos. “Llegaban menores de 12 ó 13 años, trayendo a otros más pequeños. También venían algunos de seis y siete años que se andaban solos, pero desde hace un año es cada vez más común ver a la mayoría acompañado­s de ancianos”, afirma.

Con todo la crisis venezolana ha demostrado ser transversa­l, porque los mismos centros de acogida se han visto limitados en la prestación de servicios, producto de la escasez y la falta de recursos.

Por ejemplo, desde la misma red de Casas Don Bosco, con una capacidad total para 650 menores, actualment­e solo tienen un límite de 250 niños. “Si antes teníamos para cambiar una ampolleta ya no lo podemos hacer, tenemos algunas zonas de nuestras casas sin luz y a medida que se han ido dañado el aire acondicion­ado en la pieza de los muchachos, tampoco se han podido reparar porque los pocos recursos que se pueden gastar, se dirigen a la compra de alimentos”, explica Rodríguez. ●

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Un grupo de menores en situación de calle del programa Patio Abierto, de la Red de Casas Don Bosco, en Caracas.
► Un grupo de menores en situación de calle del programa Patio Abierto, de la Red de Casas Don Bosco, en Caracas.
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► Alexander y Yonder junto a la diputada Mariela Magallanes.

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