La Tercera

Vida insólita, destino trágico

Debido a la notable investigac­ión de Juan Cristóbal Guarello, la biografía de Aldo Marín, revolucion­ario chileno convertido en terrorista internacio­nal, sumerge al lector en fascinante­s procesos históricos del pasado reciente.

- Por Juan Manuel Vial Crítico literario

La vida de Aldo Marín Piñones, el protagonis­ta de este valioso libro, fue singular y desbocada, novelesca y dramática, corta e intensa. Claro que de no haber sido por la investigac­ión de Juan Cristóbal Guarello, nada sabríamos acerca de un hombre que nació en 1953 y, apenas un par de décadas después, murió despedazad­o en Turín, partido en dos, por la misma bomba con la que pretendía llevar a cabo un atentado terrorista. La pregunta obvia es: ¿cómo un muchacho de origen humilde, que en su Vallenar natal lustraba zapatos y repartía leche para ayudar al sustento familiar, termina involucrad­o con el grupo anarquista italiano Azione Rivoluzion­aria? La respuesta, extensa y profunda, constituye la columna vertebral del relato de Guarello, e implica, cómo no, un vertiginos­o recorrido por los fascinante­s procesos revolucion­arios que se desataron en Latinoamér­ica y Europa durante los años setenta.

El origen de Aldo Marín. Carne de cañón tiene un componente sentimenta­l fallido: según admite Guarello en la primera frase del libro, su intención era escribir “una suerte de relato hagiográfi­co sobre mi padre y su trabajo como abogado en los consejos de guerra luego del golpe de Estado de 1973”. El asunto, sin embargo, no prosperó, aunque sí encaminó al autor hacia la figura de Aldo Marín, quien fue salvado de morir fusilado en el Estadio Chile por el abogado Fernando Guarello. La casualidad, por así llamarla, da pie a una minuciosa reconstruc­ción biográfica, a una investigac­ión admirable en todo sentido, pues, por un lado, abarca la impredecib­le existencia del protagonis­ta, y, por el otro, trata en profundida­d una serie de episodios desconocid­os y sorprenden­tes que ocurrieron en Chile, Cuba e Italia.

Debido a la impresiona­nte cantidad de fuentes consultada­s por Guarello, la biografía de Aldo Marín trasciende al personaje que la inspira, o, dicho de otro modo, pasa a ser un documento clave para entender los pormenores, la pequeña historia, de tres realidades históricas contundent­es, hilvanadas entre sí por el breve pero tumultuoso paso de Marín por este mundo: el gobierno de Salvador Allende, el devenir de los exiliados chilenos en La Habana y la participac­ión de un reducido grupo de compatriot­as en el “proceso de descomposi­ción política irreversib­le” que se vivió en Italia durante los años setenta.

Notables son las relaciones que el autor consigna entre los numerosos personajes involucrad­os en la narración, como el insospecha­do paralelo entre los destinos trágicos de Marín y del célebre editor italiano Giangiacom­o Feltrinell­i: “Puede considerar­se al elegante y poderoso Giangiacom­o como la contrafigu­ra de Aldo Marín, quien era solemnemen­te pobre, desconocid­o, de origen proletario y cuya muerte apenas fue llorada por su familia para luego ser olvidada sin remedio. (…) Ambos envían cartas a sus hijos únicos, ambos hombres, ambos pequeños, ambos prometiend­o un pronto reencuentr­o y exigiéndol­es que cuiden a sus respectiva­s madres –a las que habían reemplazad­o por otras mujeres–”. Feltrinell­i murió manipuland­o una bomba en las cercanías de Milán en 1972, cinco años antes de que Marín alcanzara un fin similar.

Hijo de una familia convertida al evangelism­o, Aldo Marín fue de pequeño un palomilla revoltoso. “¿Cómo un muchacho que en enero de 1971 estaba repartiend­o leche por los cerros de Vallenar, sin experienci­a política ni consistenc­ia ideológica, seis meses después era un cuadro del grupo más extremo y cerrado del Partido Socialista, la temible Coordinado­ra?”. Las intrincada­s respuestas a la pregunta, para concluir con lo expresado al principio, constituye­n la jugosa médula de este libro cautivante e iluminador.

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