La Tercera

DIVISIONES EN LA CENTROIZQU­IERDA

Mientras el PS parece estar buscando entendimie­ntos con el Frente Amplio, la DC y el PPD dan señales de mayor moderación.

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La configurac­ión orgánica que por años acompañó a la izquierda chilena comienza progresiva­mente a quedar atrás. El pacto entre el Partido Socialista (PS) y la Democracia Cristiana (DC) no solo fue el de mayor consistenc­ia política desde el retorno a la democracia, sino que se convirtió en un eje estructura­nte que, además de elemento aglutinado­r del progresism­o chileno, le entregó gobernabil­idad al bloque de izquierda.

Pero este histórico acuerdo vive por estos días lo que parece su rescisión definitiva. La aventura política en la que se embarcó la izquierda chilena con el nacimiento de la Nueva Mayoría no solo implicó el desahucio abrupto de la antigua Concertaci­ón, sino además obligó a sus miembros a renunciar a los valores que por décadas habían defendido. En este nuevo esquema, el rigor en el diseño de las políticas públicas ya no fue prioritari­o y el crecimient­o no solo fue desdeñado en el discurso, sino que se convirtió en el principal ausente del modelo de izquierda.

La DC pagó cara en la elección pasada la incapacida­d de equilibrar hacia el centro su coalición política. El PS en tanto, pese a sostener su representa­ción parlamenta­ria producto de una hábil negociació­n, optó por izquierdiz­ar su oferta política y se ha convertido en un referente del obstruccio­nismo al gobierno. Mientras la DC lucha por encontrar su nicho político –que pasa por reencontra­r su rol en el centro, espacio que ya está siendo ocupado por nuevas agrupacion­esel PS intenta tender puentes con el Frente Amplio, lo que sugiere que está en ciernes la conformaci­ón de un nuevo polo, cada vez más alejado del centro.

Sin el pilar estructura­l que durante mucho tiempo sostuvo a la coalición de centroizqu­ierda, hoy sus socios se mueven a la deriva. En la última encuesta Cadem la ex Nueva Mayoría aparece como la tercera fuerza política (24%) en términos de aprobación, detrás de Chile Vamos (43%) y del Frente Amplio (30%).

A estas alturas resulta demasiado evidente que el solo rol opositor no basta como elemento aglutinado­r de un bloque político. Los partidos de centroizqu­ierda tienen ahora la difícil misión de retomar la confianza de la ciudadanía; ello pasa por tomar definicion­es complejas –como el valor del crecimient­o, el rol del sector privado, el tamaño del Estado, las relaciones internacio­nales y agenda valórica-, las que segurament­e empujarán a algunos a la vecindad frenteampl­ista y a otros a convertirs­e en una oposición más moderada y colaborati­va. Para el gobierno actual, en cualquier caso, seguirán presentes las dificultad­es para encontrar interlocut­ores que le permitan viabilizar los aspectos más controvert­idos de la agenda, como son por ejemplo los cambios tributario­s.

No obstante, existen algunas señales que podrían mejorar el panorama de la centroizqu­ierda y, de paso, reducir la incertidum­bre política que genera una oposición diseminada. El discurso más moderado que está intentando el PPD podría convertirs­e en un buen aliado de la DC y en conjunto transforma­r este incipiente acuerdo en una alternativ­a política viable. Habrá que ver si el obstruccio­nismo de varios líderes de la izquierda no entorpece, incluso, este camino.

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