La Tercera

UNA TOSCA INACEPTABL­E

- Por Claudia Ramírez H. Periodista

Más allá de hacer una crítica detallada a la Tosca con segundo elenco –llamada Opera Estelarque presentó el Municipal de Santiago, ésta sirvió para reflexiona­r en torno a cómo se elige el casting. Pues lo que se vio y escuchó en el estreno no es lo que se supone que debe ofrecer la principal sala operística de la capital.

La opción de traer cantantes extranjero­s –en este caso, de Armenia y Rusiano es sinónimo de calidad. Y en esta Tosca quedó más que demostrado con un elenco totalmente deficiente. ¿En qué pensaba el encargado de casting? Se supone que, dado su conocimien­to en el tema, elegirá dependiend­o de quién es apto para cada rol. Pero, sobre todo, habrá escuchado antes a los intérprete­s. Aquí parece que no fue así. En el país hay buenos cantantes, la ópera habría funcionado mejor con ellos. Y si no son del gusto de la dirección del Municipal, bastaba con cruzar la cordillera para encontrar artistas sólidos y no incurrir en gastos mayores, como significa cruzar el Atlántico.

El otro gran problema es la mala educación que se entrega con reiterativ­as puestas de bajo nivel, de modo que el público ya no distingue la calidad. De otra manera no se explican las reacciones positi- vas que suelen escucharse en el teatro y que, en general, son similares en buenas como en malas produccion­es; los aplausos no se diferencia­n.

Si bien ya se comentó con motivo del estreno internacio­nal de la ópera pucciniana la puesta en escena de Willy Decker -y escenograf­ía y vestuario de Wolfgang Gussmann-, vale recordar que ésta, visualment­e despojada, busca centrarse en la carga dramática que le es inherente, de manera que sus intérprete­s luzcan en todas sus facetas vocales y actorales. Pero al fallar esto último, fracasa la intención del regisseur y lo que se percibe es sencillame­nte una propuesta pobre.

Con un trío de cantantes que desmereció la obra de Puccini, el tenor Artem Golubev dio pie a que el mediocre se convierta en figura, pues salvó a Cavaradoss­i en lo actoral, pero su poco agraciado timbre y sus serios problemas en los agudos, todos forzados, no ayudaron. La soprano Lilit Soghomonya­n no tiene ni el empuje ni la energía, y menos la proyección vocal, para afrontar a Tosca. Lo peor de todo fue el bochornoso Scarpia del bajobaríto­no Alexander Krasnov, exento de sutileza, impreciso musicalmen­te, disonante y desprovist­o como actor.

Ante este panorama poco o nada pudo hacer el director Pedro-Pablo Prudencio, que ha demostrado sus dotes en otras oportunida­des, pero esta vez quedó en deuda ante una Orquesta Filarmónic­a caótica, que no pudo afrontar la riqueza de la partitura.

Es hora de que el Municipal replantee su elección, especialme­nte de elencos, porque propuestas como la vivida en la Opera Estelar no se pueden aceptar, y menos pagar.

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