La Tercera

“Cada solicitud es una rendición de cuentas para las autoridade­s”

El presidente del Consejo plantea que la legislació­n actual es un piso mínimo y que se debe avanzar para incluir organismos como la Contralorí­a o el Tribunal Constituci­onal.

- P. Yévenes

“Hace 12 o 13 años atrás, si uno exigía un documento, un estudio o algo que estuviera en manos de alguna autoridad del Estado y ellos lo negaban, no pasaba nada, ni siquiera era cuestionad­a esa situación”, reflexiona el presidente del Consejo para la Transparen­cia, Marcelo Drago. Claro que esa ya es historia pasada. Actualment­e, gracias a la Ley de Transparen­cia, gran parte de los organismos estatales tienen un plazo de 21 días para dar respuestas a la solicitud de informació­n de cualquier ciudadano común. Drago cuenta cómo las institucio­nes han convivido con eso los últimos 10 años.

¿Qué cambios sociales se han generado en torno a la Ley de Transparen­cia?

Esta legislació­n tiene dos grandes méritos. El primero, es que hace real el famoso accountabi­lity, la rendición de cuentas que en las democracia­s modernas se debe exigir a las autoridade­s. Antes, este acto se traducía en una cuenta pública, en un informe, pero un ciudadano cualquiera no podía exigir cuentas reales a las autorida- des porque no tenía ninguna herramient­a verdadera para hacerlo. Hoy, cada solicitud de acceso es una pequeña rendición de cuentas que exigimos a las autoridade­s. Y el otro mérito es que cambió la forma de participar de la vida pública, porque con informació­n la ciudadanía se empodera y puede influir en las decisiones del Estado. Esta ley, que hace 10 años fue considerad­a de alto estándar, hoy es el piso mínimo.

¿Ha ido la ciudadanía acostumbrá­ndose a tener acceso a la informació­n?

Los aumentos anuales son permanente­s, recibimos un 20 o 30% más de solicitude­s, más reclamos del Consejo para la Transparen­cia. Ha ido subiendo permanente­mente. Por ejemplo, en lo que va del primer semestre de este año, ha habido un 30 o 40% más de reclamos que el mismo periodo del año anterior.

¿Ha servido para mejorar la confianza en las institucio­nes estatales?

Nuestros estudios empíricos señalan que las personas que han estado expuestas a la Ley de Transparen­cia porque han solicitado informa- ción, tienen niveles de confianza superiores que aquellos que no lo han estado. Y es bueno pensarlo de manera contractua­l: sin la ley y sin el Consejo para la Transparen­cia quizás muchos casos ligados a la corrupción e irregulari­dades no se hubieran conocido.

Ahora, ¿hacia dónde debe avanzar la ley?

Empezamos un trabajo de conversaci­ón con el Poder Ejecutivo con el fin de analizar la ley y ver qué modificaci­ones se requieren para los próximos años. Lo importante es desfragmen­tar el sistema e incorporar a distintos organismos del Estado que hoy no están. Eso incluye a Contralorí­a, el Tribunal Constituci­onal y otros poderes del Estado. Avanzar en ese sentido es un tema pendiente.

¿Como cuáles?

Por ejemplo, artículo 436 del Código de Justicia Militar, no para que se conozcan todas las compras de las Fuerzas Armadas, sino que para que se deje de poner a la seguridad nacional como excusa ante otro tipo de irregulari­dades. También hay que terminar con las leyes reservadas, que no tienen ningún sentido.

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