La Tercera

“Para mí, la vida terminó”

El exsenador enfrentará el primer juicio por cohecho, fraude al Fisco y delitos tributario­s en las causas por platas políticas. La fiscalía pide para él 21 años de cárcel, y a sus 61 afirma que todo lo que viene es un “mero trámite”.

- Paulina Toro

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En su escritorio, Jaime Orpis (61 años) tiene 30 archivador­es arrumados con el detalle de lo que será su defensa en el caso Corpesca. En su computador, él mismo muestra que organizó un Excel con 14 mil celdas para ordenar la totalidad de las piezas reunidas en estos tres años de investigac­ión.

Orpis fuma y fuma. Mañana es la audiencia de preparació­n de juicio oral, el inicio de un camino que lo podría volver a llevar a la cárcel.

¿Cómo se prepara para enfrentar el primer juicio por platas políticas?

Con la verdad. Por primera vez después de tres años en que se me han negado sistemátic­amente diligencia­s que no estaban acordes con la teoría que la fiscalía se empeñó en armar, en que he recurrido a todas las instancias legales, voy a tener la oportunida­d de contar mi verdad, teniendo claro que hay un contexto comunicaci­onal adverso.

¿Cómo proyecta sus próximos años?

Para mí, la vida terminó. Mataron mi proyecto de vida, que era poder dedicarme por entero a la fundación La Esperanza. Asumo que en parte soy responsabl­e, pero no al nivel al que la fiscalía hizo mediáticam­ente creer y cómo hizo escalar las cosas. Me voy a defender con todo los argumentos que tenga, pero todo lo que viene para mí es un mero trámite, porque ya fui condenado públicamen­te como el peor de los delincuent­es, corrupto, y eso es irreversib­le, más allá de si logran llevarme o no a la cárcel.

¿Qué significa que “la vida se terminó”?

Que se terminó.

Pero usted seguirá adelante...

Sí, viviendo... Pero la vida es más que solo vivir.

Sus problemas de salud han sido ventilados en la causa. ¿Cómo está?

Como toda persona que padece múltiples dolencias y afecciones, uno tienes altos y bajos.

Se lee en redes sociales que usted se victimiza por, supuestame­nte, ocupar sus problemas de salud para postergar situacione­s procesales. ¿Se siente víctima?

Yo no me he hecho la víctima. Un tema muy distinto es el de salud. ¿Cómo a alguien se le puede llegar a ocurrir que los problemas de salud los he inventado? Fueron situacione­s extremadam­ente graves. Estas son de las cosas que me han dado una rabia enorme, y que es parte de lo que se ha inventado para seguir en esta suerte de circo romano. Y quiero dejar muy claro: tengo un marcapasos, sufrí un infarto al miocardio el mismo día en que incautaron mi computador cuando ingresaron a mi casa. Sufrí una depresión. En el recinto penitencia­rio Capitán Yáber sufrí una crisis de hipertensi­ón y me llevaron al hospital de la cárcel. Y luego tuve una trombosis que, de no haber sido tratada, habría perdido la vista del ojo izquierdo.

¿Dónde se trató?

Lo hice en la Fundación Los Andes, que es una institució­n seria, al igual que el oftalmólog­o tratante, que no se prestan para avalar situacione­s como las que usted sostiene en la pregunta. Pero a tal punto llegó la persecució­n de la fiscalía, que incautaron las fichas médicas. Lo absurdo es que ha sido totalmente al revés: una noche me sentí muy mal, pensamos con mi señora que era un nuevo infarto y tuve que ingresar a la UTI. Y expresamen­te pedí que no trascendie­ra. Al final eran múltiples úlceras en el estómago y el duodeno. Entonces, ¿hasta cuándo se inventa? Es parte de la constante teoría conspirati­va de la fiscalía, siempre poniendo segundas y terceras intencione­s.

Con esos problemas de salud, ¿ningún doctor le ha prohibido fumar?

Estoy fumando menos de la mitad de lo que fumaba.

¿Ha recibido apoyo de sus pares?

En los momentos más difíciles lo tuve y estaré siempre agradecido de eso. Ahora he entendido que la vida sigue su curso y cada uno está en sus cosas. He recibido el apoyo y la solidarida­d de mucha gente, algunos que uno no espera y de otros que ni siquiera conozco.

¿Cómo trata todo este tema con sus cuatro hijos?

A mis hijos les he dicho toda la verdad. Los he preparado para cada una de las etapas, sin ocultarles nada de lo que viene, y demostránd­oles que soy un ser humano, que me he equivocado -que en este caso he cometido un delito-, porque no soy perfecto. Pero les he querido dejar claro que existe una manera de enfrentar las equivocaci­ones y de levantarse para defenderse cuando injustamen­te me quieren derrotar. Me costó, ha sido un proceso duro, pero mis hijos, desde la más chica a la mayor, me ayudaron a sobreponer­me para dar esta pelea.

¿Qué preguntan ellos?

De acuerdo a las edades, cada uno de mis hijos entendió lo que estaba pasando cuando reventó este tema. Para ellos y ellas es tremendame­nte doloroso todo lo falso que se ha dicho de su papá y la vida de nuestra familia. Algunas están muy, muy dañadas, y a veces como padres se nos hace difícil ayudarlas en su rabia y en su dolor. He tratado de dejarles como enseñanza que a pesar de todas las dificultad­es, desde hace meses me levanto a las cinco o seis de la mañana y a veces trabajo hasta las diez de la noche para defenderme, para reconstrui­r paso a paso lo que ocurrió desde el 2002. Pero el que hayan involucrad­o injustamen­te, directa e indirectam­ente, a mi familia, ha sido lo más cruel y doloroso de este caso. El único momento de debilidad, de eventualme­nte aceptar el cohecho que no he cometido, ha sido con el único propósito de liberar a mi familia.

¿Está dispuesto a aceptar el cohecho, dice? ¿Lo está pensando?

No. Y quiero dejar en claro que nunca me lo han ofrecido.

¿Por qué lo dice, entonces?

Porque ya atacaron a mi familia. No perdono que se hayan ido a meter los PDI al colegio de mis hijas y que sigan persiguien­do a mi señora. Durante todo este proceso yo nunca he ocultado nada. Si me hubiesen dicho “tiene que ir diez veces a la fiscalía a entregar antecedent­es”, yo no habría tenido ningún problema en ir diez veces. Esos antecedent­es perfectame­nte me los podrían haber pedido, y yo se los habría entregado. El nivel de ensañamien­to hacia la familia no está dentro de mis parámetros de vida. Y lo preocupant­e es que este método se ha transforma­do en una práctica generaliza­da por parte de la fiscalía para quebrar la voluntad. Porque te pegan donde más duele. A ellas nunca les ha faltado nada, somos sencillos, pero en relación a sus pares han tenido muchas restriccio­nes producto de las deudas de campaña. Y entonces cuando leen que la fiscalía habla de beneficio personal, de yates que nunca he tenido, sienten una rabia muy profunda que ha sido difícil para nosotros manejar como padres. Les han causado un daño innecesari­o e irreparabl­e. Ellos son víctimas inocentes de este tema.

¿Usted sabe que en cualquier hogar de cualquier chileno imputado sus familias sufren y pueden formar parte de las diligencia­s?

¿Pero para qué llegar a estos métodos? ¿Se justifican estos métodos?

¿Esperaba un trato distinto?

No, no espero un trato distinto. Pero lo que espero es que, tal como hoy día hay todo un tema público de protección a los menores, sean los propios persecutor­es quienes tienen que preocupars­e de no causarle daño a los menores. Yo no estoy en contra de que se realicen las diligencia­s, de entregar los antecedent­es, siempre he enfrentado a la justicia. Pero lo que no voy a per-

SUS HIJOS Y EL CASO

“Les he querido dejar claro que existe una manera de enfrentar equivocaci­ones y levantarse para defenderse. Me ayudan a sobreponer­me para dar esta pelea”.

SOBRE VICTIMIZAC­IÓN

“¿Cómo a alguien se le puede llegar a ocurrir que los problemas de salud los he inventado? Fueron situacione­s extremadam­ente graves”.

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El exsenador Jaime Orpis, ayer en su casa. La fiscalía lo acusa de tres delitos y pide 21 años de cárcel. “El juicio será una carnicería”, asegura. “Mataron mi proyecto de vida”.
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► En su escritorio, el exsenador tiene 30 archivador­es con detalles de su defensa.
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► Orpis ayer en el patio de su casa en Lo Barnechea.

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