La Tercera

Problema de fondo

- Axel Buchheiste­r Abogado

No hubo quien no criticara la última “talla” del ministro de Educación, recomendan­do a los colegios hacer un bingo para solventar las reparacion­es que requieran. En la oposición se dijo que el personero de gobierno ya no daba para más y debía renunciar, en una reacción de típico oportunism­o e incoherenc­ia política, pues nada así plantearon a propósito de los “patines” del entonces ministro Nicolás Eyzaguirre.

El Presidente Sebastián Piñera, por su parte, reconoció implícitam­ente que el comentario de su ministro no fue afortunado, pero sostuvo que “yo me quedo con el fondo”. Perdón, ¿cuál fondo? Porque si se analiza la intervenci­ón del secretario de Estado, habrá que convenir que no hubo mucha explicació­n, ni menos una propuesta “de fondo”. En efecto, reclamó que permanente­mente estaba recibiendo en Santiago peticiones para arreglar techos que se gotean o pisos en mal estado de los establecim­ientos educaciona­les. De ello habría que concluir que estaba pidiendo que se avance en la descentral­ización, pero no era así, cuando agregó que ese es el resultado del asistencia­lismo, en que la gente no se hace cargo de sus propios problemas. Entonces, se habría esperado que planteara de qué manera y con qué recursos los afectados se harán cargo de la mantención de los colegios, porque más plata no hay. ¿Acaso las municipali­dades o gobiernos regionales deberán priorizar la inversión de sus presupuest­os en educación?; o bien, ¿que las familias tendrán que pagar al menos parte de la formación de sus hijos, aunque sea impopular? Imposible saber, porque no precisó nada más.

Gerardo Varela es un hombre inteligent­e, a juzgar por las columnas de opinión que lo hicieron conocido. Eran serias y sólidas, claro, con tendencia a usar la ironía, que es su estilo. Siendo una persona capaz, tendría que saber que las tallas no bastan (y que a veces sobran), sino que les debe seguir un planteamie­nto de fondo, que las explique y haga de correlato, lo que brilló por su ausencia. Me temo que se quedó sólo en la talla, porque no tiene espaldas ni definicion­es para hacer un planteamie­nto concreto, sobre todo de aquellos que conllevan costos políticos.

Y ese es el problema de fondo: que este gobierno no tiene una agenda y principios claros que fijen una ruta a seguir, un fondo con el cual quedarnos. Pues todo se enfrenta improvisan­do según las encuestas, y buscando tomarle el pulso a la calle y las redes sociales, para no irritar a nadie. Se exige a los ministros “aparecer” y ahí, entonces, no les queda otra que dedicarse al juego de piernas, además de repartir presentes a los sin techo, o a quien tenga una necesidad o reclame algo.

Se hace absolutame­nte imprescind­ible que el gobierno tenga una agenda con definicion­es propias, es decir, no compradas en el ruido ambiente, para que los ministros sepan qué decir o no, y a qué dedicarse, más que a echar la talla.

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