La Tercera

“La brecha entre lo universita­rio y lo técnico se está reduciendo”

Dejar atrás la “universiti­tis”, mirar hacia una educación técnico-profesiona­l más amplia y superar la discrimina­ción que aún existe en temas de financiami­ento y becas, son algunos de los puntos que plantea para avanzar en esta esfera.

- Michel Nahas y Camila Mardones

Como “un muy buen momento”. Así define Ricardo Paredes, rector del instituto profesiona­l Duoc UC, el período que vive la educación técnico-profesiona­l (TP) en Chile. Pese a reconocer que aún existen barreras pendientes, como el acceso a financiami­ento y becas, el mejoramien­to de la calidad y la discusión en torno a la continuida­d de estudios, la autoridad aseguró, en conversaci­ón con La Tercera, que ha existido una evolución en esa modalidad, y que en el último tiempo “la discrimina­ción sistemátic­a que había contra la educación TP se ha reducido fuertement­e”, atrayendo cada vez a más alumnos.

¿En qué momento se encuentra la educación TP?

Está en un camino propio, distinto del universita­rio, que no es un escalón ni un paso previo para seguir en la universida­d. Muchas veces los alumnos del mundo téc- nico-profesiona­l aprenden cosas parecidas a lo que se aprende en la universida­d, pero la metodologí­a es distinta. Ellos pueden aprender perfectame­nte la ecuación del calor, pero sin un libro de ecuación del calor, sino que con un soplete, un ladrillo, un termómetro.

¿Ha cambiado la visión en torno al mundo TP?

Yo creo que lo que veíamos hace poco años como una formación mucho más de oficio, como el soldador o el matricero, está evoluciona­ndo, porque la obsolescen­cia de lo técnico es enorme; entonces, las personas necesitan progresiva­mente ir caminando a una formación que desarrolle competenci­as más genéricas; como reflexión, abordar problemas, trabajo en equipo, liderazgo. La brecha entre lo universita­rio y lo técnico se está reduciendo. Por ejemplo, yo pienso que una profesión como odontólogo es una profesión esencialme­nte técnica y nadie diría en Chile que esto es algo peyorativo. Algo importante es mirar a países que les va bien en esto, como Australia o los europeos, donde la visión es bastante contradict­oria con la “universiti­tis”. Creo que esa línea no es promisoria. Pero sí está cambiando la visión; hay que recordar que en Chile más de la mitad de los estudiante­s que salen de cuarto medio entran al mundo técnico.

¿Por qué cree que pasa eso? ¿Puede ser que la gente los elige porque son carreras más cortas, más baratas o también es porque hay mayor conocimien­to de que existe un mercado amplio en esa área?

Creo que los tres puntos previos, pero también hay otra cosa: la mayoría de la gente aprende más fácil mirando, en la práctica. La duración de las carreras también es clave. Hay muchos jóvenes que progresiva­mente quieren carreras más cortas para trabajar y para servir a la familia. Otro punto es que antes los profesiona­les que salían de la universida­d eran una elite intelectua­l y económica. Hoy las personas se dan cuenta de que entrar a la universida­d no garantiza nada, cada vez es un mundo más abierto y ya no tiene esa connotació­n que tenía antes.

¿Qué dificultad­es enfrenta en ese sentido la educación TP?

“Es un camino propio, distinto al universita­rio. No es un escalón ni un paso previo para seguir en la universida­d”.

Hay algo que complica todo esto, que es que hay un grupo de institucio­nes que, pese a que tienen una matrícula pequeña, son muchas y de pésima calidad; eso ocurre en todo nivel, pero en el técnico existe un desafío mayor.

Mencionó el punto de la “universiti­tis”. ¿Cree que hoy el Duoc es una mejor opción que algunas universida­des?

“Está cambiando la visión. En Chile, más de la mitad de los estudiante­s que salen de cuarto medio entran al mundo técnico”.

Definitiva­mente. La gente se está metiendo más acá y uno podría pensar que la masividad viene de los estratos de más bajos ingresos o de gente que no alcanzó a entrar a la universida­d. Hay algo de eso, pero definitiva­mente no es lo único. Hicimos un estudio con alumnos que ingresaron al Duoc habiendo rendido la PSU, miramos el puntaje de esos alumnos, las carreras que decidieron y sus posibilida­des. Lo que hallamos fue que hay un grupo reducido de universida­des —en las que están las tradiciona­les, así como univer-

sidades nuevas y buenas— que los alumnos prefieren, pero para la mayoría de la matrícula el Duoc resulta ser una alternativ­a completame­nte equivalent­e al de universida­des más masivas, como la UDLA o la Andrés Bello.

Usted planteó la situación de la carrera de odontologí­a, que hoy es exclusivam­ente de carácter universita­rio. ¿Cree que se puede abrir esa discusión?

Yo creo que hoy nadie tendría ningún problema en discutir esto y que ningún odontólogo tendría un problema en reconocer que su labor tiene mucho de técnica. Pero creo que se ha generado un círculo. Hay carreras de la salud muy específica­s que tienen que tener algún control, pero ese control no me parece que lo dé el hecho de ser universita­rio. Hay otras cosas que son muy negativas en términos de política pública que van en el mismo carril.

¿Cuáles?

Primero, que hay un conjunto de carreras que solo se pueden impartir en universida­des, lo que no tiene ningún sentido porque son muy parecidas y hermanas al mundo técnico, como kinesiolog­ía, y donde hay lobby de ciertos colegios o grupos para que carreras como fisioterap­ia, por ejemplo, no sean aceptadas en el mundo de la salud. Hay otras cosas que ocurren en la misma línea y que son peores. Las Becas Chile, por ejemplo, solo financian posgrados para carreras con licenciatu­ra; en el mundo técnico-profesiona­l no podemos dar carreras con licenciatu­ra. Entonces, pese a que nuestros alumnos pueden ingresar a algunos programas de posgrado, no pueden acceder a financiami­ento. Otro absurdo es que el Estado frecuentem­ente requiere profesiona­les con carreras de cinco años o más, y ahí se está poniendo una barrera que va absolutame­nte en contra de la intuición de que las carreras son demasiado largas.

Ley de educación superior ¿Se encontró con un lobby muy fuerte durante la aprobación de la Ley de Educación Superior?

Más que lobby, había una forma de legislar con trauma. El trauma fue las universida­des que se cerraron, la Universida­d del Mar, la Arcis, ello llevo a una súper regulación. Hubo además una discusión por el gusto de lo estatal, de darle condicione­s especiales, algo que la verdad yo nunca le he encontrado mucho sentido. En ese gusto por lo estatal se planteó el tema de los CFT estatales. Yo he visto el del Maule, donde hay una rectora trabajando súper aperrada, pero enfrentand­o 80 alumnos en tres carreras. Ahora viene el CFT de Aysén, que se hizo con mucha voluntad, soñando poner una pata estatal coordinada.

Usted tiene una mirada pesimista sobre los CFT estatales...

Creo que es bueno tenerla hoy, para que en cuatro años más, cuando estén desfinanci­ados, no se les eche la culpa a la U. de Aysén o a la U. Austral, sino que se sepa que esto es lo que va a ocurrir a menos que se haga algo; como por ejemplo una reforma, donde se hagan alianzas para apoyar este tema. En la ley de CFT estatales se establece que tienen que quedar vinculados a una universida­d, siendo que la continuida­d lógica es a un instituto profesiona­l. Es algo muy realista y urgente. Me gustaría ver más empoderado al Ministerio de Educación, llamando a mesas amplias para reformar las cosas. Lo de los CFT tenemos que repensarlo.

¿Qué tan representa­tiva de Chile es la educación TP?

En sus orígenes, la educación técnico-profesiona­l era para resolver un problema de analfabeti­smo y de oficios muy precarios. Pero se ha ido transforma­ndo y hoy los laboratori­os y talleres que tienen las buenas institucio­nes son de punta. Esa infraestru­ctura, ese esfuerzo, se ha visto progresiva­mente en más y más gente de distintos estratos. Hoy tenemos prácticame­nte un 10% de alumnos de cada decil, lo que quiere decir que la foto del Duoc, y me imagino también de otras institucio­nes, como Inacap, es la foto de Chile. La educación superior técnico-profesiona­l tiene una estampa, una silueta mucho más parecida a Chile que la de cualquier universida­d.

¿Qué planes tiene el Duoc en materia de ampliación de sedes?

Estamos enfocados en dos líneas. Por un lado, en el crecimient­o con sentido, el llegar a lugares con necesidad de progreso. Tenemos proyeccion­es para sedes en Puerto Montt y Villarrica. Por otro lado, queremos enseñar habilidade­s que son escasas y que son las que los comités empresaria­les nos dicen que echan más de menos, como el trabajo en equipo, liderazgo, pensamient­o crítico.

Se acercan a cumplir el segundo año en gratuidad. ¿Qué evaluación hay de esa política?

Teníamos mucho temor de que la gratuidad nos disparara la deserción y que llegaran alumnos sin compromiso y sin esfuerzo. Pero la verdad es que ha ocurrido lo contrario. Nuestras tasas de deserción han caído fuertement­e, estamos reteniendo más alumnos. Eso en parte tiene que ver con un sistema de ingreso que estamos aplicando, que premia la nota del alumno en enseñanza media y la procedenci­a del mundo técnicopro­fesional. Vimos que los alumnos de mejor nota y que provienen del mundo TP están motivados y les va mejor, entonces se quedan. Eso ha significad­o incrementa­r la retención. Eso sí, estamos preocupado­s con el sistema global de financiami­ento donde el límite de tiempo que financia la gratuidad está acotado a un período relativame­nte corto, ya que nuestros alumnos se demoran más, particular­mente los vespertino­s.

Desde el punto de vista económico, las universida­des se han quejado del déficit que les genera la gratuidad. ¿Tienen ese problema?

El aporte por gratuidad es bastante cercano —en el caso del Duoc— al arancel que cobramos, un pelito más bajo. Ahora, ese pelito, multiplica­do por 55 mil alumnos, nos da un déficit del orden de $ 1.500 millones al año. No es algo que nos produzca problema de caja resolverlo, pero sí es dinero que no tenemos respecto de otras actividade­s que queríamos hacer.

¿Han visto la discusión en torno al nuevo CAE?

Sí, el nuevo CAE tiene un diseño muy inteligent­e. De hecho, es muy parecido como concepto a la idea que salió en una comisión en la que participé en 2012.

Hay rectores que están hablando de fijación de precios.

Efectivame­nte, algo de fijación de precios tiene. Pero ojo, que no es una fijación literal de precios, porque la institució­n, si quiere, cobra más. El nuevo crédito acepta hasta un 50% más, entonces tiene una flexibilid­ad relativame­nte alta. La pregunta es ¿por qué cobran tanto más las institucio­nes? ¿Es algo que se lo van a retornar a los alumnos en posibilida­des de empleo y trabajo? Si no es así, claramente, el Estado tiene el derecho a decir “yo no pongo plata ahí”. Hay algo sensato en la propuesta. Donde veo el mayor problema es que es tan buena la propuesta del nuevo CAE respecto del financiami­ento por gratuidad, que lo mejor que puede hacer una institució­n es salirse de la gratuidad.

¿Por qué puede producirse eso?

Como a las institucio­nes en gratuidad les restringen el crecimient­o, entre otras cosas, uno tiene una asimetría, y lo que veo es que las institucio­nes que están fuera de gratuidad tienen una situación sustancial­mente mejor que las que están dentro.b

CFT ESTATALES

“En la ley de CFT estatales se establece que tienen que quedar vinculados a una universida­d, siendo que la continuida­d lógica es a un instituto profesiona­l”.

PERFIL DE EDUCACIÓN TP

“Tenemos un 10% de alumnos de cada decil. La foto del Duoc, e imagino que de otras institucio­nes, es la foto de Chile”.

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► El rector del Duoc UC, Ricardo Paredes.

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