La Tercera

PROCESO PARA REGULARIZA­CIÓN DE MIGRANTES

Esta primera etapa del plan diseñado por el gobierno logró una importante convocator­ia, sin perjuicio del populismo en que insisten algunos sectores de oposición.

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Ha concluido la primera etapa del Proceso Extraordin­ario de Regulariza­ción de Migrantes que tenía por objeto ordenar una situación que afectaba a un número de extranjero­s ingresados al país hasta el 8 de abril de este año -las autoridade­s estimaban entre 250 mil y 300 mil personas- que estaban en una calidad que infringía las disposicio­nes legales y reglamenta­rias de extranjerí­a. Finalmente se inscribier­on 155.707 personas a través de este proceso especial, y otras 108.550 a través de procesos regulares, quienes al ser verificado­s sus antecedent­es podrán acceder a una visa temporal.

Más allá de la evidente vulneració­n del marco normativo que supone la inmigració­n irregular, también se escondía una realidad que revestía especial gravedad. Muchos de estos inmigrante­s, empujados a salir por las condicione­s sociales, políticas y económicas de sus países de origen, debían enfrentars­e a una condición que los hacía susceptibl­es de abusos dada su condición de irregulare­s, y quedar al margen de políticas sociales. Ello constituye una situación que se hacía necesario enfrentar, y que, aunque no fuera un “perdonazo” como explicó el ministro del Interior, se hacía indispensa­ble regulariza­r. Por lo tanto, es valioso que, más allá de algunos problemas de comunicaci­ón e informació­n, este proceso se haya podido llevar a cabo y que un número importante de inmigrante­s haya expresado su voluntad de acogerse al sistema, manifestan­do la intención de proyectar su vida en nuestro país.

Tal como lo manifestó el Presidente de la República, “hay que tener muy claro de que los tiempos de la inmigració­n ilegal ya han quedado atrás”, y que aun cuando el país seguirá estando abierto “es evidente que debe ser cumpliendo nuestras leyes”. Y en ese contexto, es fundamenta­l que del proyecto sobre inmigracio­nes que se discute en el Congreso se pueda obtener una ley moderna y que entregue las herramient­as necesarias para evitar seguir con la dinámica de las “regulariza­ciones”. Sin perjuicio de la observanci­a de las garantías personales de quien entra al país, disponer de mecanismos de fiscalizac­ión adecuados, facultades claramente definidas y sanciones efectivas, evitará recaer en procesos que se desbordan.

Por otra parte, y sin perjuicio de la integració­n de la población migrante, no hay que perder de vista que ello importa costos, y en un escenario de incremento del endeudamie­nto, y de aumento del déficit fiscal, el impacto en la entrega de beneficios sociales debe ser ponderado adecuadame­nte, evitando incurrir en prácticas populistas. De allí que resulte muy poco afortunada la decisión de la comisión de Gobierno de la Cámara de Diputados, que en relación con el otorgamien­to del Bono Marzo optó por rechazar la exigencia de una visa de permanenci­a definitiva para efectos de acceder a dicho beneficio. Evitar que alguien sin mayor arraigo en el país lo abandone luego de recibir este bono no parece una medida discrimina­toria sino, por el contrario, de prudencia en la correcta asignación de los recursos.

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