La Tercera

PRÓFUGOS DE LA JUSTICIA

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SEÑOR DIRECTOR

En la crónica publicada el domingo, bajo el título “La caza de los agentes prófugos”, se dice que el comandante del Regimiento “Yungay” de San Felipe, Héctor Orozco, y los subtenient­es Sergio Jara y Pedro Lovera fueron condenados por el homicidio de dos dirigentes políticos de izquierda a fines del año 1973.

Lo cierto es que el general Orozco —actualment­e en Punta Peuco, nonagenari­o que no sabe en qué mundo vive— fue condenado porque, según reza la sentencia, “atendida su situación jerárquica, debió conocer y aún más, autorizar aquellas situacione­s excepciona­les como la ocurrida en autos, en que precisamen­te resultan dos personas muertas”.

Por otra parte, los subtenient­es Jara y Lovera, que premunidos de armas cortas iban en la cabina de la camioneta en la que estaban siendo trasladado­s los fallecidos, custodiado­s por dos soldados, fueron condenados “porque tanto el número de disparos como las numerosas heridas que presentaba­n las víctimas, es demostrati­vo que fueron varias las personas que habrían disparado a las víctimas, pudiendo inferirse de lo hasta aquí analizado, que correspond­e a disparos efectuados por Bañados, Jara y Lovera, por lo menos”.

El sentenciad­or no consideró que los disparos fueron hechos con un fusil SIG, un arma automática que puede disparar los veinte tiros de su cargador en una sola ráfaga. Constan en autos numerosas declaracio­nes de testigos que dicen haber escuchado

una ráfaga de tiros; un ruido caracterís­tico de disparos hechos con un fusil ametrallad­ora y no con armas cortas por varias personas a la vez.

En cuanto a la reciente detención de Sergio Jara Arancibia, es absolutame­nte razonable su decisión de no presentars­e a cumplir una condena por un supuesto delito del cual es absolutame­nte inocente.

La verdad es que no estaba prófugo de la justicia, sino que de la injusticia. Adolfo Paúl Latorre Abogado

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