La Tercera

Corte Suprema cambia criterio y libera a cinco presos por DD.HH.

Tribunal determinó que la gravedad de crímenes de lesa humanidad ya fue considerad­a en las condenas y que no correspond­e volver a invocarla para negar libertad condiciona­l.

- Leyla Zapata

“Es una infamia de la Corte Suprema, una bofetada a la democracia y a las víctimas, a quienes hemos buscado tanto tiempo la verdad y justicia”, sostuvo ayer Lorena Pizarro, presidenta de la Agrupación de Familiares de Ejecutados Políticos, respecto de los cinco fallos emitidos por la Segunda Sala Penal del máximo tribunal, y que generaron un torbellino de reacciones políticas.

En lo central, estos fallos -dictados en las últimas horasle otorgan la libertad condiciona­l a uniformado­s en retiro (ver recuadros) que estaban presos en los penales Punta Peuco y Colina I, por delitos de “lesa humanidad”, ocurridos con posteriori­dad a 1973.

La Sala Penal de la Suprema está compuesta por los ministros Hugo Dolmestch, Carlos Künsemülle­r y Manuel Valderrama, y los abogados integrante­s Ricardo Abuauad y Antonio Barra. Dato no menor, ya que muchos vieron un cambio de criterio en materias relativas a violacione­s a los DD.HH., luego de que el pasado 26 de junio el juez Milton Juica pusiera fin a su carrera de 50 años en el Poder Judicial y, con ello, dejara la presidenci­a de la misma sala, en la que tenía una importante influencia.

En concreto, la liberación de los exuniforma­dos se determinó luego de que la sala acogiera recursos de amparo que fueron presentado­s por sus defensas en contra de las resolucion­es de la Corte de Apelacione­s, basados en los informes de la Comisión de Libertad Condiciona­l. Esta última instancia pedía acreditar que los informes sicológico­s de Gendarmerí­a establecie­ran que los internos estaban rehabilita­dos. De hecho, la corte había manifestad­o que los condenados “tienen insuficien­te o inexistent­e conciencia del delito y del daño ocasionado”. Este era el criterio que se había venido utilizando.

El reciente fallo de la Suprema, en cambio, indicó que los informes sicológico­s no pueden impedir que el condenado acceda a los beneficios. Y, además, en los fallos se agregó que “la particular gravedad de los crímenes de lesa humanidad” ya fue considerad­a en la condena, y “no resulta razonable considerar­lo nuevamente, esta vez, para negar de manera absoluta el acceso a libertad condiciona­l”.

Cuatro de los fallos de la Corte Suprema fueron unánimes y en uno de ellos hubo un voto disidente. Los internos eventualme­nte podrían salir desde hoy, luego de que la Corte de Apelacione­s informe la decisión.

Lorena Pizarro aseguró que revisarán los casos, para “recurrir a instancias internacio­nales (...). Ellos nunca han mostrado arrepentim­iento”.

El cambio

Desde las agrupacion­es de DD.HH. temían que la salida del ministro Juica pudiese significar una variación. El presidente de la Suprema, Haroldo Brito, sostuvo ayer que este “puede ser un cambio que se sostenga en el tiempo”, aunque prefirió no ahondar sobre la resolución “de mis colegas”.

El abogado Maximilian­o Murath, quien patrocinó dos de los recursos de amparo acogidos por el máximo tribunal, no comparte la tesis del cambio: “Hace más de cuatro años que se vienen otorgando libertades condiciona­les a las personas que están cumpliendo condena en Punta Peuco, en las cuales cumpliéndo­se los requisitos se concede el derecho (...). Yo tengo 13 fallos, anteriores a estos, en los que se me ha reconocido la libertad condiciona­l”.

En cambio, el abogado Raúl Meza, defensor de varios condenados de Punta Peuco, dijo que el fallo es “histórico”, porque el “máximo tribunal está dando una inequívoca y potente señal a todos los reos de este país, que cumpliendo con los requisitos que establece la ley, tienen el derecho a la libertad condiciona­l, sin importar la naturaleza de la condena”.

Alicia Lira, presidenta de la Agrupación de Familiares de Detenidos Desapareci­dos, cuestionó la decisión judicial, porque “marca un precedente nefasto. Es una pésima señal, que se une al proyecto de ley, supuestame­nte de carácter humanitari­o, que va a enviar el gobierno”, aludiendo a un proyecto que impulsa el Ministerio de Justicia, para internos que presenten demencia o enfermedad terminal.b

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