¿La mujer más qué?
Más importante de la historia del país, y además Bachelet. Esto según la jefa a cargo del Ministerio de la Mujer, Isabel Plá, relacionadora pública, lo que ya dice lo que dice. Es que es un poco increíble que nos estemos haciendo preguntas de este tenor. Falacias de este tipo no resisten análisis.
Si la perspectiva es histórica, “importante” no es un calificativo muy adecuado —en historia todo es importante—, yo se los tengo prohibido a mis alumnos. Agréguele o quítele a una cultura un utensilio de comer, un simple tenedor o una cuchara, y verá cómo se desarticulan o trastornan tejidos, estructuras o sistemas culturales (Claude Lévi-Strauss). Lo supuestamente “más importante” es una hipérbole, una pura exageración. Si lo que quiso decir Plá fue que Bachelet es importante, lo que es obvio, ¿para qué tuvo que afirmar que era la más… blablablá? Trate de verificar la proposición, elevada poco menos que a axioma por la ministra, y verá que Plá no dijo nada que merezca tenerse en cuenta. El supuesto de que las mujeres pueden ser, además, resumidas por alguna de ellas es simplemente especioso; suena plausible (ha ganado más votos que cualquiera otra mujer), pero es mañoso (¡vaya dicha prueba!); igual, debe haber caído estupendo en la ONU. Disponía de otras alternativas. Sin Inés de Suárez defendiendo Santiago y colgando indios para espantarlos, no me quiero imaginar en qué estaríamos. La cacica de Talagante me parece también súper importante, permitió las mezclas étnicas en los estratos altos, y de ella desciende La Quintrala, ¿encarnación del “eterno femenino” en nuestra cultura?
Según Sofía Correa, historiadora, y quien me instruye diariamente sobre historia y mujer —vivo con ella—, la pregunta es tautológica. Según ella, es como el “espejito, espejito, ¿quién es la más bonita?”. Pregunta de bruja que pretende torcerle el cuello al espejo y, por añadidura, a Blancanieves salvada por siete enanitos, rudos mineros como “los 33”, no precisamente “feministas”, probablemente. Ya antes una tuitera incontinente, en el contexto de otra de estas ridículas preguntas sobre “grandes chilenos”, tan nuestras, clamaba: “¿quién es Rebeca Matte, si nadie la conoce?”. No es aconsejable hacer comparaciones entre mujeres. Habría que preguntarse, quizá, qué tan generosas son las mujeres con otras mujeres, o bien, qué tan descontaminados de machismo son sus juicios. Ese es un hueso duro de roer; intente masticarlo, y verá qué enredos digestivos se le generan.
La causa de la mujer merece, desde luego, una muestra más variada que los tres o cuatro nombres adicionales a Bachelet que se barajan. En suma: a malas preguntas, peores respuestas.