La Tercera

Confianza en La Araucanía

- Gonzalo Cordero

El miedo es la sensación de angustia que provoca el peligro y, tal vez por un aguzado resabio de nuestro instinto de conservaci­ón, somos particular­mente inclinados a temer lo desconocid­o. Probableme­nte el mayor efecto nocivo que provoca el miedo en una sociedad es la violencia, porque ante la posibilida­d de sufrir un daño, los seres humanos reaccionam­os atacando. En todo conflicto, la primera medida de contención es conocer al adversario, sentarse con él y constatar que es un ser humano como uno, con familia, sueños, esperanzas, humor y sentimient­os.

Como tenemos miedo de lo desconocid­o, los promotores de la violencia fomentan el desconocim­iento, la construcci­ón de estereotip­os, esencialme­nte deshumaniz­ados. Toda persecució­n racial, religiosa o étnica se ha caracteriz­ado por algún proceso previo de aislamient­o, como los guetos en que los nazis recluyeron a los judíos y los gulags en que el comunismo aisló a sus adversario­s.

Por ende, lo primero para alcanzar la paz es bajar los niveles de angustia, de miedo, y para eso lo único que funciona es conocerse y así los adversario­s pueden reconocers­e como semejantes. Esto es lo importante del encuentro que acaba de ocurrir en La Araucanía, en que un grupo de personas de la más diversa índole, en una iniciativa que tiene su origen en la CPC, se reunieron sin exclusione­s a conversar de los problemas de la región y que les son comunes.

Las fotos son elocuentes, gente con atuendos diferentes, de orígenes distintos, algunos de ellos presumible­mente de posiciones contrapues­tas y, sin embargo, en la mayoría de las imágenes aparecen riendo todos juntos. Donde desaparece el miedo es inevitable que desaparezc­a la violencia. Por supuesto, eso no lo va a lograr un solo encuentro, pero la puerta que se acaba de abrir es extraordin­aria, es la única que puede conducir a una solución duradera.

Al parecer el ministro Moreno destina una parte importante del mes a viajar a La Araucanía a conversar, entiendo que se reúne con gente de distintas filiacione­s, así ha ido tejiendo la red que, sin duda, hizo posible este encuentro y que comienza a ser una luz de esperanza. El rol de la CPC también ha sido vital.

Es lamentable, pero la naturaleza humana hace que los medios destaquen lo malo, los conflictos tienen más espacio que los encuentros, las declaracio­nes desafortun­adas más que las palabras que construyen, el populismo fácil parece rentar políticame­nte más que las soluciones reales, que son siempre arduas y de largo aliento. Esta semana que pasó, al gobierno se le juzgó más por la caída en las encuestas, a pesar de que la única caída realmente importante es que, gracias a que en el sur hay más gente que se conoce, hoy hay menos miedo.

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