Positiva instancia de diálogo en La Araucanía
La reunión cumbre “3xi” que se celebró esta semana en Villarrica, en que se congregaron altos miembros del gobierno, del mundo gremial, la sociedad civil, empresarios y representantes de los pueblos indígenas pasó a ser un hito político relevante, cuyos alcances aún se decantan. No cabe duda de que en una región que ha sido cruzada por el conflicto y la violencia -que en algunos casos ha adquirido carácter terrorista-, la posibilidad de abrir una instancia de diálogo entre distintos actores muchas veces con visiones muy contrapuestas- es un paso que cabe valorar, particularmente por lo inusual que resulta que en una misma instancia hayan coincidido, por ejemplo, representantes de empresas forestales, con miembros de la Coordinadora Arauco Malleco (CAM), entidad que ha reivindicado hechos de violencia.
Existe la percepción de que a diferencia de otras instancias que han tenido lugar en la región, la presente cumbre podría haber logrado efectos más perdurables, gracias al propositivo tono que prevaleció y a la voluntad de sus concurrentes de continuar el diálogo en el futuro. Si ello cristaliza en gestos concretos que permitan destrabar el llamado “conflicto indígena” y avanzar en una agenda concreta, habrá sido sin duda un paso relevante.
Aun cuando esta cumbre fue organizada por el sector privado, el gobierno, particularmente a través del Ministerio de Desarrollo Social, jugó un papel activo en su promoción y en reunir a distintas voluntades en una misma mesa. Hay un claro acierto político en esta jugada, que podría ser potenciado con otras iniciativas que prepara el gobierno del Presidente Piñera, como el Plan Araucanía, cuyos detalles serían anunciados durante este mes.
Pero a la par de estas ventajas políticas, el gobierno también ha jugado una carta especialmente riesgosa, como fue desactivar la huelga de hambre que llevaba a cabo el machi Celestino Córdova -condenado por el asesinato del matrimonio Luchsinger-Mackay, allanándose a su petición de salir por unas horas de la cárcel para cumplir con ritos propios de su creencia. Consentir a estas medidas de presión ha sentado un precedente preocupante, porque con ello se ha validado la coacción, la cual se ha vuelto un método efectivo para conseguir ventajas o beneficios indebidos. Es inevitable preguntarse, por tanto, si para crear esta positiva instancia de diálogo, era necesario debilitar a su vez el estado derecho.