ALCANCES SOBRE LA CLASIFICACIÓN DE RIESGO
SEÑOR DIRECTOR
Cuánto y cuántos han opinado acerca del tema Moody’s. Pareciera que en Chile sobran expertos en el tema clasificación de riesgo soberano. Lo cierto es que sobran opinólogos. En efecto, desconozco cuántos de ellos habrán defendido la clasificación de la deuda (soberana o corporativa), ante ásperos y arduos comités de riesgo. Si lo hubiesen hecho, sabrían que cada una de las tres principales agencias internacionales basan su análisis en ópticas un tanto diferentes y, por lo tanto, para sostener o mejorar la calificación de la deuda, es preciso privilegiar los datos consistentes con dicha mirada. Una analiza más las variables cualitativas, la comparación dinámica con
peers, expectativas a mediano plazo, etc. Otra, en cambio, da especial valoración a variables cuantitativas, concretas, índices, correlación de indicadores, etc. Una tercera, por su parte, combina ambos enfoques resultando en un enfoque más equilibrado.
La calificación de la deuda es compleja y, por lo mismo, falible. Para muestra, un botón. Véase la calificación que las tres principales agencias otorgaban a bancos e instituciones financie- ras y crediticias en Estados Unidos el año 2008, días antes de la crisis.
En el caso de nuestro país, algunos insisten en radicar el deterioro del “rating” a contar del año 2010, con total desatención al enorme esfuerzo fiscal que debió asumir el gobierno para solventar de manera equilibrada los gastos derivados del terremoto 27F.
En simple, calificar la deuda es anticipar la capacidad de pago en tiempo y forma de las obligaciones contraídas, pero eso no es más que una simplicidad. Porque, debidamente ponderado, es muy distinto el endeudamiento que asume un padre para mejor educar a sus hijos, que otro que se endeuda para financiar fiestas de 15 o simplemente aparentar.
Ricardo Alvial