La Tercera

¡Es la economía, estúpido!

- Por Carlos Correa Bau Ingeniero civil industrial, MBA.

EL Presidente es un reconocido adicto a las encuestas. La coincidenc­ia en una semana de tres encuestas de conocimien­to público deben haberle agriado de tal manera los días, que ni siquiera su viaje a Isla de Pascua puede haber equiparado el mal trago. Las explicacio­nes han sido de diverso tipo, empezando con los efectos de la desgraciad­a frase del ministro de Educación que mandó a los apoderados de liceos públicos a organizar bingos para solucionar las falencias de infraestru­ctura que poseen dichos colegios. Aunque esa expresión no pasará inadvertid­a, leyendo con cuidado los números se aprecian asuntos más estructura­les.

Según los datos de expectativ­as económicas de la encuesta Criteria, el asunto económico es lo que preocupa mayormente a los chilenos y, por tanto, deteriora la popularida­d del gobierno. Pareciera injusto en un primer momento, pues la demora en la reactivaci­ón tiene como causa fundamenta­l el clima externo y en particular la guerra comercial EE.UU.-China, que afecta todo el comercio internacio­nal. Sin duda, hay también culpas del gobierno anterior, que tuvo tres ministros de Hacienda, y que en una jugarreta irresponsa­ble y fuera de la ley, por rechazar un proyecto minero, precipitó la salida del equipo económico completo. Pero la principal responsabi­lidad es de las autoridade­s económicas que han mantenido las expectativ­as altas y, en particular, el ministro de Hacienda pareciera dedicar todo el día a la opinología sobre el gobierno anterior y cada vez que menciona la reforma tributaria que se comprometi­ó a hacer, se aparece con una idea distinta.

Un error fundamenta­l es no haber apreciado el impacto de la guerra comercial y seguir con la cantinela de la recuperaci­ón milagrosa debido al cambio de gobierno, pese a que las señales eran claras. El 28 de marzo, en una exposición en el think tank Chile 21, a la que asistieron los medios, Nicolás Eyzaguirre advirtió al gobierno sobre los efectos externos si se recrudecía la guerra comercial y que no era tan sencillo sostener una reforma tributaria a la baja si el crecimient­o iba a ser más cercano al 3% que al 4%, número que desde el gobierno se transmitía. Respecto del desempleo, también la informació­n disponible mostraba un asunto más estructura­l, en especial en trabajador­es no calificado­s chilenos, reemplazad­os con mano de obra migrante, de mucha mejor productivi­dad.

También debió llamar a la calma el dato que en el Sistema de Evaluación de Impacto Ambiental no se produjo una avalancha de ingresos de proyectos una vez cambiado el gobierno. La vieja tesis sostenida por varios que los empresario­s tenían las inversione­s guardadas en carpetas hasta que no se fuera la Nueva Mayoría y Piñera derrotara a lo que la derecha llamó “Chilezuela” resultó ser completame­nte falsa. Los agentes económicos actuaron racionalme­nte, como dice la teoría que sale en los propios libros que ha escrito Felipe Larraín como académico. Los empresario­s han actuado más parecido a los consejos que dio el ministro de Economía, entre otras cosas, porque el gobierno ha contribuid­o enormement­e a la incertidum­bre, dando señales equívocas respecto de la reforma tributaria. Otro gallo cantaría si desde el comienzo se hubiesen sincerado los números y así bajar la sensación de que con la llegada del nuevo gobierno aparecería­n el empleo y la inversión por arte de magia. Parafrasea­ndo la vieja frase de la campaña de Clinton, la baja de popularida­d no se debe entonces a Varela, sino a la economía, ¡estúpido!

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