¡Es la economía, estúpido!
EL Presidente es un reconocido adicto a las encuestas. La coincidencia en una semana de tres encuestas de conocimiento público deben haberle agriado de tal manera los días, que ni siquiera su viaje a Isla de Pascua puede haber equiparado el mal trago. Las explicaciones han sido de diverso tipo, empezando con los efectos de la desgraciada frase del ministro de Educación que mandó a los apoderados de liceos públicos a organizar bingos para solucionar las falencias de infraestructura que poseen dichos colegios. Aunque esa expresión no pasará inadvertida, leyendo con cuidado los números se aprecian asuntos más estructurales.
Según los datos de expectativas económicas de la encuesta Criteria, el asunto económico es lo que preocupa mayormente a los chilenos y, por tanto, deteriora la popularidad del gobierno. Pareciera injusto en un primer momento, pues la demora en la reactivación tiene como causa fundamental el clima externo y en particular la guerra comercial EE.UU.-China, que afecta todo el comercio internacional. Sin duda, hay también culpas del gobierno anterior, que tuvo tres ministros de Hacienda, y que en una jugarreta irresponsable y fuera de la ley, por rechazar un proyecto minero, precipitó la salida del equipo económico completo. Pero la principal responsabilidad es de las autoridades económicas que han mantenido las expectativas altas y, en particular, el ministro de Hacienda pareciera dedicar todo el día a la opinología sobre el gobierno anterior y cada vez que menciona la reforma tributaria que se comprometió a hacer, se aparece con una idea distinta.
Un error fundamental es no haber apreciado el impacto de la guerra comercial y seguir con la cantinela de la recuperación milagrosa debido al cambio de gobierno, pese a que las señales eran claras. El 28 de marzo, en una exposición en el think tank Chile 21, a la que asistieron los medios, Nicolás Eyzaguirre advirtió al gobierno sobre los efectos externos si se recrudecía la guerra comercial y que no era tan sencillo sostener una reforma tributaria a la baja si el crecimiento iba a ser más cercano al 3% que al 4%, número que desde el gobierno se transmitía. Respecto del desempleo, también la información disponible mostraba un asunto más estructural, en especial en trabajadores no calificados chilenos, reemplazados con mano de obra migrante, de mucha mejor productividad.
También debió llamar a la calma el dato que en el Sistema de Evaluación de Impacto Ambiental no se produjo una avalancha de ingresos de proyectos una vez cambiado el gobierno. La vieja tesis sostenida por varios que los empresarios tenían las inversiones guardadas en carpetas hasta que no se fuera la Nueva Mayoría y Piñera derrotara a lo que la derecha llamó “Chilezuela” resultó ser completamente falsa. Los agentes económicos actuaron racionalmente, como dice la teoría que sale en los propios libros que ha escrito Felipe Larraín como académico. Los empresarios han actuado más parecido a los consejos que dio el ministro de Economía, entre otras cosas, porque el gobierno ha contribuido enormemente a la incertidumbre, dando señales equívocas respecto de la reforma tributaria. Otro gallo cantaría si desde el comienzo se hubiesen sincerado los números y así bajar la sensación de que con la llegada del nuevo gobierno aparecerían el empleo y la inversión por arte de magia. Parafraseando la vieja frase de la campaña de Clinton, la baja de popularidad no se debe entonces a Varela, sino a la economía, ¡estúpido!