La Tercera

Araucanía: la convicción de Moreno

- Álvaro Ortúzar Abogado

El viernes pasado, Pedro Cayuqueo publicó una columna en La Tercera titulada “Dialogar hasta que duela”, donde sintetiza el encuentro que tuvo lugar en Villarrica bajo los conceptos de inspiració­n, inclusión e innovación (3xi), y narra en forma potente la mesa en que se sentaron el lonko Aniceto Norín y Bernardo Matte. El primero es un hombre tenaz y un gran líder mapuche, cuya historia conoce condenas judiciales y fallos internacio­nales a su favor. El segundo es un conocido empresario con intereses madereros en la zona. Se diría que no tienen nada en común. Estos son los llamados “pares improbable­s”, personas que, de no ser por este encuentro, no tendrían posibilida­d de verse ni mucho menos comprender­se, hablar, o siquiera fijarse uno en el otro. Este ejemplo, entre muchos.

El ministro Alfredo Moreno es quien promueve y dirige esta inmensa actividad, que se ha repetido en varias ocasiones. Lleva pocos meses en el cargo, por lo que es posible que la opinión pública aún lo asocie a su labor como canciller en el anterior gobierno del Presidente Piñera o a sus actividade­s empresaria­les. Pero quienes lo conocen, saben que es una persona que se desenvuelv­e más cómodament­e en proyectos que importen un verdadero desafío y la convicción sea un motor potente. Lo que él debe haber percibido es que el problema de La Araucanía puede resolverse con la voluntad de las partes en conflicto – que son muchas, dispersas y con diferentes intereses e historias, algunas duras, amargas, a veces llenas de miedo y resentimie­nto- y el apoyo decidido del gobierno. Ciertament­e, le puede ir bien o mal. En cualquier caso, lo que ya ha realizado es medible en toda la profundida­d de un esfuerzo franco, que ha generado actos concretos y generosos de verdadero acercamien­to, como el de la familia Luchsinger con Celestino Córdova. Bajo este punto de vista, lo realizado ya no será un fracaso, aunque lo que venga por delante sea preocupant­e o no prospere íntegramen­te.

Desde luego, no puede descartars­e que en medio de estas conversaci­ones puedan producirse actos de violencia provocados por grupos radicaliza­dos, que fuercen la intervenci­ón del gobierno y la invocación de la Ley Antiterror­ista. También es posible que en los avances en el diálogo se incluyan peticiones como paralizaci­ón de proyectos hidroeléct­ricos o forestales u otros desarrollo­s económicos, el establecim­iento de autonomía territoria­l o gobierno independie­nte, beneficios o privilegio­s tributario­s especiales, la liberación o indulto de personas condenadas, la reivindica­ción de tierras bajo ciertas condicione­s, y otras iniciativa­s complejas.

El lado fuerte del ministro Moreno son sus conviccion­es. Desde allí es que ha logrado infundir confianza en personas que por años han estado distanciad­as, en lucha y en permanente conflicto. Es posible que los riesgos sean mayores que las esperanzas. Dependerá de cuán profundame­nte logren penetrar esas conviccion­es, pues son el motor de cada cambio, y de cuán sólido sea el compromiso que adquiera el ministro, primero del propio gobierno, pero también de las personas e institucio­nes que necesariam­ente están involucrad­as en este tremendo desafío.

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