La Tercera

Cambio de estilo

- Gonzalo Cordero Abogado

En un régimen de gobierno presidenci­alista como el nuestro los cambios de gabinete son un tema político mayor, porque marcan el ejercicio de la autoridad unipersona­l del Presidente en su expresión más monárquica. El jefe del gobierno cambia, por su sola voluntad, sin otra expresión de causa que la pérdida de confianza política, a algunos de sus principale­s colaborado­res. Por ello, es normal que cualquier modificaci­ón a este nivel se le asocien análisis y especulaci­ones sobre qué significa este cambio, o qué es lo que cambió realmente.

En esta ocasión, además, podemos comparar con la primera administra­ción Piñera que, para estos efectos, sirve como una verdadera “muestra de control”. En ese período, el Presidente fue reacio a los cambios ministeria­les, al punto que cuando ocurrieron no fueron sorpresa. Las conversaci­ones giraban más bien acerca del por qué se había demorado tanto. Esta vez sucedió lo contrario, sorprendió por la oportunida­d; en lo personal pensaba que después de septiembre era esperable una modificaci­ón. Sin duda, aquí hay una señal hacia adentro y hacia afuera del gobierno; los colaborado­res del Presidente pueden tomar nota de que, esta vez, la línea de sobregiro es pequeña y no hay inhibicion­es para tomar decisiones. Si esa es la lógica interna, también puede serlo en sus relaciones con terceros, un gobernante más pragmático para cambiar de rumbo.

No se trató de un cambio por razones de gestión. Los dos ministros que salieron del gabinete son profesiona­les de primera, altamente calificado­s; y los ministerio­s en cuestión están muy lejos de vivir una crisis. Aquí el punto es exclusivam­ente político/comunicaci­onal, un indicio claro de que la disciplina no se espera solo en la gestión dura, sino también en esa otra parte de la gestión que es su comunicaci­ón. La dinámica actual de las comunicaci­ones hace que los errores no sean personales, sino que afectan el rumbo del conjunto, saca al gobierno de su ruta y, cuando eso sucede, cuesta volver al camino. El problema es encontrar un equilibrio, en que los ministros no se paralizan por temor al error, ni se genera una suerte de “planificac­ión centraliza­da” de los mensajes que ahoga la creativida­d y limita agendas que son naturalmen­te diversas, pero hay armonía en los mensajes.

El Presidente elige para los cambios a colaborado­res como la ministra Cubillos y la exministra Schmidt, probadas en su capacidad de comunicar, en su habilidad para hacer gestión política y para hacer avanzar agendas técnicas. Esta trilogía resume la política contemporá­nea. En definitiva, un cambio que está lejos de ser expresión de una crisis, más bien parece una oportunida­d para mantener un rumbo que, en lo fundamenta­l, va bien.

 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Chile