La Tercera

¿Repatriemo­s el moái?

- Alfredo Jocelyn-Holt Historiado­r

Es curioso, pero normalment­e nuestro “mes de la patria” comienza el 20 de agosto, cuando el comandante en jefe del Ejército publica una columna en algún periódico recordando el natalicio de O’Higgins; las autoridade­s civiles se trasladan a Chillán, y siguen los consabidos discursos del caso. No este año. Nos hemos vuelto multicultu­rales proactivos. Estamos en pleno proceso de resignific­ar efemérides y símbolos patrios. Bienes Nacionales acaba de pedir de vuelta el moái que los británicos poseen desde los tiempos de la reina Victoria, esto es, veinte años antes que el colonialis­mo chileno se hiciera de la isla; aunque hace poco fue noticia que bajo el gobierno de Arturo Alessandri, en 1937, se quiso vender “el ombligo del mundo” a la Alemania nazi por un precio vil.

Debe ser porque no estaba de moda hasta ahora. El problema es que hacemos estos gestos y nos delatamos, no como globalizad­os, sino colonizado­s, sumándonos a esta nueva tendencia. Lo del moái se produce después del anuncio de Jeremy Corbyn, que si llega al gobierno va a apoyar la repatriaci­ón de los frisos del Partenón. Y, claro, días después, en junio pasado, Alexis Tsipras, en su visita a Londres, le pidió a Theresa May lo mismo. ¿Por qué no, entonces, el moái?

Vale, pero lo aconsejabl­e quizá sería atender a la discusión que todo esto genera en el primer mundo. Porque el asunto no es sencillo y, allá al menos, están consciente­s. Veamos, nos devuelven el moái, y ¿les entregamos al Consejo de Ancianos la isla a continuaci­ón? ¿O le hacemos caso a los que, también en ese primer mundo, le ponen paños fríos al asunto? Como la prestigios­a historiado­ra Mary Beard de la U. de Cambridge, quien sostiene que el contexto original no es tan decisivo. Hay toda una historia entremedio que no se puede borrar con estos gestos. ¿El Papa y el gobierno italiano debieran devolver los ocho obeliscos egipcios de Roma?

Es más, nos va bien con el moái y ¿en qué nos metemos? ¿Qué impide que a los nacional-ecologista­s se les ocurra reclamar la extraordin­aria colección de fósiles que Darwin nos “despojó” cuando anduvo por estos lados? Hay especímene­s de más de 40 millones de años en museos y coleccione­s privadas en Reino Unido, tenidos como auténticas obras de arte. Ni hablemos del valor monetario que podrían alcanzar en Christie’s.

Hagamos memoria. ¿Cuándo comienza esta manía reciente por repatriar todo lo chileno desperdiga­do por el mundo? ¿Desde que enviamos a Sevilla y trajimos de vuelta el iceberg? OK, muy NatGeo y History Channel. Otros dirán que es nuestro complejo de Jemmy Button que llevamos dentro. Paciencia, querer corregir la historia retrospect­ivamente amerita, quizá, pensarlo mejor.

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